lunes, 12 de noviembre de 2012

DÍA MUNDIAL DE LA DIABETES



·      La tasa de morbilidad hospitalaria más alta en 2010 por diabetes insulinodependiente (Tipo I) se concentra en la población de 70 a 79 años (17 por cada 100 mil de ese grupo de edad) y, para la diabetes no insulinodependiente (Tipo II) en la población de 75 a 79 años, afectando a 701 por cada 100 mil del mismo grupo de edad.

La incidencia más alta de diabetes gestacional para 2010 se presenta entre las mujeres de 24 a 44 años (19.91 por cada 100 mil mujeres).

En 2010, por cada diez personas de 80 años y más de edad hospitalizadas por diabetes mellitus, fallece una.

El Distrito Federal presenta la tasa de mortalidad observada más alta del país durante 2010 por diabetes (104 casos por cada 100 mil habitantes) y la más baja, Quintana Roo (42 casos por cada 100 mil).

En 1921, Nicolae Paulescu logró sintetizar una hormona pancreática que hacía disminuir los niveles de glucosa en los perros pancreatomizados, al igual que en perros sanos, publicó sus hallazgos denominando a la sustancia como pancreína; sin embargo, a consecuencia del inicio de la Primera Guerra Mundial tuvo que dejar sus investigaciones.

El 5 de febrero de 1922 Frederick Banting y Charles H. Best, en un artículo detallan los mismos hallazgos encontrados por Paulescu y reportan que el compuesto al ser inyectado tenía efectos negativos como fiebre y abscesos en los pacientes; con ayuda del bioquímico James Collip, trabajan otro compuesto pancreático más limpio, logrando una mejoría significativa en la población atendida (Carrillo, Carrillo, Carrillo, 2008; de Leiva, Brugués y de Leiva-Pérez, 2011).

Antes del descubrimiento de la insulina utilizable en humanos, un diagnóstico de diabetes era prácticamente una sentencia de muerte. Con su descubrimiento, por ejemplo, la esperanza de vida de un niño diagnosticado a los 10 años aumentó a 36 años (de Leiva, Brugués y de Leiva-Pérez, 2011). Noventa años después, la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que aproximadamente 347 millones de personas padecen diabetes en el mundo, mientras que la Federación Internacional de la Diabetes (IDF, por sus siglas en inglés) estima que en 2011, dicho número asciende a 366 millones y proyecta que para 2030 será de 552 millones de personas.

Mientras que hace 90 años, la mayoría de los pacientes con diabetes era insulinodependientes (Tipo I), actualmente es mayor el número de personas que padece diabetes Tipo II, lo que resulta preocupante pues el inicio de la misma se puede relacionar a factores congénitos y estilos de vida de la población. De acuerdo con la IDF (2011), 80% de las personas con esta enfermedad viven en países de ingresos bajos y medios. En este sentido, con el objetivo de sensibilizar a la población mexicana sobre la importancia del cuidado de su salud, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía presenta un panorama general sobre la situación actual de la diabetes en México, en el marco del Día Mundial de la Diabetes que estableció Naciones Unidas en 2006, para conmemorar el nacimiento de Frederick Banting,

MORBILIDAD

La diabetes es una enfermedad crónico degenerativa, porque tiende a progresar con el tiempo y no es curable. Sus síntomas incluyen sed, hambre, ganas constantes de orinar, cansancio y pérdida de peso; una vez que se ha realizado el diagnostico (por medio de una sencilla prueba de sangre), una de las primeras acciones es apoyar al paciente con medicamentos, cambio de estilo de vida y dieta.

Para lograr una atención efectiva se requiere de la intervención multidisciplinaria; además del médico, es importante contar con un nutriólogo para establecer una dieta adecuada; un psicólogo médico conductual, quien ayudará al afrontamiento de la enfermedad, a fomentar la adherencia y a controlar las emociones relacionadas con la pérdida de la salud; un endocrinólogo, para dar seguimiento de manera adecuada y evitar complicaciones; y un algólogo, para manejar el dolor en caso de existir complicaciones neuropáticas o molestias crónicas. Estos especialistas son el equipo básico que se requiere para trabajar directamente con el paciente, con el fin de lograr los cambios necesarios y disminuir complicaciones, que implican costos tanto para él, como para las instituciones de salud.

La diabetes tiene una dinámica propia en cada grupo etario, durante 2010, el grupo de población con mayor egreso hospitalario por diabetes es el de 75 a 79 años, afectando principalmente a las mujeres (897 hombres y 983 mujeres por cada 100 mil personas del mismo grupo de edad). Resulta preocupante que la morbilidad hospitalaria se incrementa conforme avanza la edad, alcanzando la variación para algunos grupos de edad casi el doble; por ejemplo, entre la población de 35 a 39 años, salen del hospital por diabetes 59 de cada 100 mil personas; entre los 40 a 44 años son 109 y en la población de 45 a 49 años, 205 personas.

 La obesidad, se encuentra entre los principales factores de riesgo que incrementa la probabilidad de padecer diabetes. De acuerdo, con la Organización Panamericana de la Salud (2012, ¶ 1), en América entre “el 7% y 12% de los niños menores de 5 años y una quinta parte de los adolescentes son obesos, mientras que en los adultos se aproximan al 60%”, por lo que es importante generar políticas de atención para la reducción de la obesidad en la población mexicana.

Al respecto, uno de los principales aspectos que se debe incluir en la educación para la salud es el manejo de una dieta adecuada, ya que esta se ha visto impactada por los cambios en la dinámica de vida de la población como la urbanización, estilos de vida y patrones alimenticios, que ha generado un mayor consumo de alimentos ricos en colesterol, grasas saturadas, azucares y sodio. Además, nuestro país está asumiendo patrones de mayor consumo de alimentos de cadenas multinacionales, comida rápida y saturada en azucares y almidones; si bien este tipo de comida todavía no llega a toda la población mexicana, se observa que los niveles de obesidad son más altos en la población de nivel socioeconómico bajo (Fausto, Valdez, Aldrete y López, 2006), por lo que resulta necesario impulsar acciones para controlarla, siendo la educación el factor clave en la prevención.

La diabetes Tipo I es común en la gente joven, y se presenta cuando el cuerpo deja de producir insulina; en la Tipo II, la insulina que se produce no se utiliza de manera adecuada o bien es defectuosa, y como se mencionó se asocia con el sobrepeso, sedentarismo y herencia. Durante 2010, la morbilidad hospitalaria por diabetes Tipo I es mayor en la población joven, invirtiéndose este comportamiento a partir de los 25 años, en donde el egreso se debe en su mayoría a la diabetes Tipo II. Mientras la tasa de morbilidad hospitalaria más alta por diabetes insulinodependiente (Tipo I) se concentra en la población de 70 a 79 años (17 personas por cada 100 mil de ese grupo de edad), para la diabetes no insulinodependiente (Tipo II) se presenta en la población de 75 a 79 años, afectando a 701 personas por cada 100 mil del mismo grupo de edad.

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