domingo, 31 de marzo de 2013

Mónica Robles y el repudio de los priístas


 * La candidata Pachamamá  * Paquita La del Barrio y los colonos engañados  * Su adoración por el Peje López Obrador  * Fitch Ratings retira calificación positiva al ayuntamiento de Theurel  * Alianza por Coatzacoalcos pone locos a grupos priístas  * Juanelo no está planchado
 MUSSIO CARDENAS ARELLANO
27 de marzo de 2013
 Malquerida en el PRI, política de ocasión, a Mónica Robles de HILLMAN se le ve ajena a los rituales del poder y a la familia priísta, beneficiaria de bienes municipales por vías ilegítimas, usurpadora de una candidatura sin mérito alguno y, por si algo faltara, defensora de Andrés Manuel López Obrador.
Con esas credenciales, las de la impopularidad, pretende la maestra Mónica de HILLMAN ser candidata a la diputación local por el distrito Coatzacoalcos Urbano, nada ajena al repudio que los priístas le prodigan y a amargos recuerdos dejados en el puerto cuando presidió el DIF municipal.
De entrada, Mónica Robles Barajas tiene un escollo que parece insalvable: su matrimonio con el ex alcalde Iván Hillman Chapoy, un joven y limitadísimo político que ostentó el lastimoso título de peor alcalde de Coatzacoalcos hasta que llegó Marco César Theurel Cotero —“Te rompo tu puta madre”— y, para su fortuna, lo destronó.
Repelentes al pueblo, desdeñosos con los de abajo, los Hillman-Robles nunca se engancharon con las clases menesterosas, con los desvalidos que de tanto tocar puertas y verlos montados en su nube de altivez, prefirieron castigarlos con el látigo de su desprecio, que por cierto es infinito.
Iván Hillman tuvo dotes de gran prestidigitador, un Copperfield del pantano. Por sus manos —y las de su nada recomendable tesorero, Mariano Moreno Canepa— pasaron 2 mil millones de pesos y no realizaron una sola obra medianamente digna. A los ciudadanos de colonias les destinaron banquetas y guarniciones, sin calle de por medio, un engendro urbanístico que el tiempo se encargó de destrozar.
Doña Mónica HILLMAN navegó en esa barca. Ella en lo suyo, con sus aires de yo-lo-sé-todo-y-ustedes-son-unos-imbéciles, manejó el DIF municipal como si estuviera descubriendo el hilo negro, al estilo de Lu-pilla Theurel, que hace lo que sus tres neuronas le permiten, pero con un derroche publicitario de insulto, millones destinados a ensalzar a una Mónica DIFerente a quienes la precedieron en el cargo.
No se sabe si Mónica Robles de HILLMAN es de este planeta, una mujer de negro o una hippie encubierta, pero todo el tiempo le da duro al discurso de los cuatro elementos de la naturaleza: tierra, viento, aire y fuego. Y es una fanática de los colores cálidos y otras yerbas. No por nada sus mordaces detractores decían con sorna que la maestra Mónica se siente el quinto elemento, parodiando la cinta de Bruce Willis, aunque nada que ver con la bella Milla Jovovich.
Soberbia, tuvo un alarde que habría de sellarla para la posteridad y ser vista como una villana entre los colonos de Coatzacoalcos. En su primer informe de labores, relató cómo había encontrado el DIF, hecho una desgracia y sin nada para trabajar. Esa frase la mató. Enfrentó así a su predecesora, Gloria Corrales viuda de Osorio, un mito entre las clases marginadas que siempre y hasta la fecha, ya fallecida, la han venerado.
Cuando dejó el cargo, en 2007, el destino la alcanzó y le cobró una factura. De la mano de Marcelo Montiel Montiel volvió al DIF Gloria Corrales de Osorio y su primera acción fue revisar las instalaciones, evaluar, citar a la prensa, hacer el recuento de los daños, determinar qué se robaron, qué destrozaron, cuánto le dejaron, cuánto desfalcaron.
Pícara como solía ser, condujo doña Gloria a las reporteras al baño privado de la presidenta del DIF, les mostró los trabajos de remoción y explicó por qué ordenó cambiar el sanitario de color ligeramente naranja, cálido como la teoría de los colores y los cuatro elementos: “No me iba yo a sentar donde puso sus nalgas Mónica”.


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