domingo, 17 de marzo de 2013

PRD: perder no es tragedia, es negocio


* La agresión de Theurel a Diario Presencia  * Quien agrede a la prensa, agrede a la sociedad: Chuayffet  * Alianza por Coatzacoalcos y otras fuerzas políticas  * Rotter, Vasconcelos, Noriel, CNC, Zarco, MORENA, PANAL, buscando acuerdos  * Mariela, Marjorie y Patricia, en la lista del PRI  * José Luis Sáenz amarra Minatitlán
 MUSSIO CARDENAS ARELLANO
16 de marzo de 2013
 Hasta ahora, que se sepa, no hay mayor congoja, ni lágrimas, ni desgarre de vestiduras entre los perredistas de Veracruz por la muerte prematura de la alianza con el Partido Acción Nacional. Sus líderes —no las infanterías al fin que esas no cuentan— le sacaron dividendos al conflicto, pues revivir al PRI y reventar al PAN se cotiza en euros.
Tan acostumbrados a la derrota, ni les inquietó que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación les diera palo y avalara la sentencia emitida por la sala regional del TRIFE, que ya advertía que el conflicto interno en el PRD —sus dos consejos estatales, sus dos presidentes, sus dos representantes ante el órgano electoral, los legítimos y los espurios— hacían inviable la Gran Alianza por Ti y cancelaba así el sueño de ganar el Congreso y principales alcaldías de Veracruz.
Llegó la sentencia. Caía la noche del miércoles 13. Solemnes, pedantes, con ínfulas de sabios, los notables del TRIFE nacional decían y argüían, concedían en que el TRIFE regional interpretó mal el asunto de la legalidad, el derecho de la dirigencia del PRD a signar la alianza, admitían que es derecho de los partidos coaligarse para contender electoralmente, recriminaban que se hubiera ordenado la reposición del proceso cuando el consejo estatal perredista estaba impugnado, pero luego de tanto rollo y sapiencia jurídica, salieron con la batea de que la alianza PAN-PRD fue mal concebida, murió en el vientre, fosilizado el chamaco.
Luna Ramos, Oropeza, Olimpo, Penagos, Alanís, Carrasco y Galván, los dueños del TRIFE, confirmaron lo que hasta los niños saben: que ese elefante blanco solapa la marrullería y lejos de dar certidumbre a un proceso político, lo enturbia.
Pero acá, en Veracruz, lo que hayan resuelto los notables del TRIFE al perredismo ni le inmutó. Los espurios se dieron por bien servidos, mientras los legítimos activaron la alianza de facto, el Plan B, un operativo electoral para respaldar a los candidatos fuertes del PAN donde el albiazul tiene mejor intención de voto, y ser respaldados por el PAN donde los del sol azteca tiene la votación a su favor. Es decir, una ración de atole con el dedo.
Pragmáticos, unos y otros, perredistas y panistas saben que el Plan B es una ilusión y hasta una tomadura de pelo. Saben que donde el PAN se lleve la votación, dejará sin regidurías al PRD, y viceversa. Y si a algo le apuestan los perredistas es a las diputaciones plurinominales y a las regidurías, su reintegro en cada elección. ¿Fuera del triunfo de Uriel Flores Aguayo, en Xalapa, cuándo fue la última vez que ganaron una diputación de mayoría en Veracruz?
Para entender al PRD hay que aplicarle el psicoanálisis. La derrota es triunfo y el triunfo es derrota. Juegan en cada elección al rival más débil. Postulan candidatos sin fuerza, candidatos a modo, para que el PRI les pase encima y sólo por gracia de Dios ganan en municipios pequeños, los de exiguo presupuesto. Les gana, pues, su vocación por la derrota.
Eso, que suena a locura política o a masoquismo puro, tiene su beneficio económico si se toma en cuenta que los gobiernos priístas pagan bien porque sus rivales se presten al perverso juego de la democracia simulada, les arrimen candidatos de mediano pelo o se hagan de la vista gorda en las elecciones, gritando ser víctimas de un fraude, pero sabedores que en los tribunales nunca les darán nada.
Por lo pronto, el sedicente líder del PRD, Sergio Rodríguez, un empleado del duartismo, perredista patito, ex director del Servicio Estatal de Empleo en el gobierno de Javier Duarte, ya se frota las manos por el millón 200 mil pesos al mes que cobrará, no el Perderé sino él, por concepto de prerrogativas y que el Instituto Electoral Veracruzano le tendrá que entregar porque por ahora, gracias al consejo estatal espurio, es el que ostenta el mando, así sea sin el aval del PRD nacional.
De los espurios —el consejo estatal plagado de fidelistas y duartistas y la nueva directiva patito— se sabía que traían aceitada la maquinaria por el gobernador de Veracruz y por el ex, Fidel Herrera, que para eso regresó al estado y operó la dinámica del caos en la que cayeron los perredistas.
Fidel echó mano de personajes sin vergüenza, como Manuel Bernal Rivera, el que siendo diputado local plurinominal, le detectó, el 27 de octubre de 2008, 24 fideicomisos con los que el ex gobernador manejaba irregularmente —o ilegalmente que para el caso es lo mismo— más de 7 mil millones de pesos anuales, aplicables a programas que se contemplaban en el presupuesto del gobierno, y sugirió que debían desaparecer.

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