domingo, 12 de mayo de 2013

Prensa reprimida, policía impune


 * El Pacto por México sale del coma con una treta  * Senadores cobijan a Duarte  * IFE se deslinda del caso Veracruz  * PAN y PRD, burlados  * Les dieron addendum con el dedo  * Lu-pilla y Mayweather  * Marcos, golpeador  * Héctor también peca 
 MUSSIO CARDENAS ARELLANO
10 de mayo de 2013
 Ver a Javier Duarte con la sonrisa que le inunda el rostro, el pulgar en señal de triunfo y el camarógrafo de Televisa —un día antes agredido— mostrado como trofeo, mientras su policía reprime, amenaza, hostiga, tortura y viola, sencillamente no tiene precio.
Duarte es una máscara. Su sonrisa da risa. Su rostro real es otro, el del agobio y la angustia, la ira cuando el mundo se le viene encima. Javier Duarte, el de carne y hueso, vive atormentado por el caos que ha traído a Veracruz, su gobierno a los tumbos, perdido en el laberinto, sin hallar la salida, devorado por la corrupción, el amiguismo, el nepotismo, los ladrones de elecciones, el escándalo de ayer, el escándalo de hoy y el escándalo de siempre.
Su estrategia es fingir. Su pecado, no saber hacerlo.
Verlo ahí, su brazo sobre el hombro de Luis Alberto Román Córdova, la imagen para la foto, la sonrisa que da risa, la promesa de sanción al policía agresor, lo pinta tal cual. Simula orden en medio del desorden y reparación del daño en medio de la impunidad.
Román Córdova, el camarógrafo de Televisa, vivió momentos críticos la mañana del martes 7 de mayo cuando captaba con su cámara el cambio en la policía de Coatzacoalcos, la extinción de la nefasta intermunicipal, en la víspera de la instalación del Mando Único.
“El señor llegó de la nada con una actitud agresiva hacia nosotros, que solo hacíamos nuestro trabajo. Desconozco por qué no querían que grabara, puesto que solo grababa a los elementos de la extinta intermunicipal mientras devolvían su uniforme. Sin embargo, el señor (José Manuel Martínez, director operativo de la Secretaría de Seguridad Pública) no quiso que grabara y llegó con una actitud déspota y amenazadora”, declaró el camarógrafo.
Román Córdova había llegado temprano a las instalaciones del intermunicipal, en el antiguo penal de Palma Sola. Se le acercó un grupo de policías, ya dados de baja. Le externaban su inconformidad, mientras los grababa. Eso bastó para desatar la furia de jefe policíaco.
Apabullado por la prepotencia, el camarógrafo de Televisa Veracruz sólo atinaba a explicar que cumplía con su trabajo. A cambio recibió como respuesta: “Deja de grabar o te voy a romper tu puta madre”, al puro estilo del alcalde de Coatzacoalcos, Marco César Theurel Cotero, que así trata a empleados, ediles, contratistas y a su familia, porque como dice el refrán cuando la perra es brava hasta a los de casa muerde.
Ya encuerdado, el alevoso jefe operativo instó a otros periodistas a retirarse. Nadie lo peló.
Minutos después, la agresión verbal y la amenaza surcaban los rincones de las redes sociales, retomada la denuncia por los medios de comunicación.
Un día antes, otro acto represivo reveló que los periodistas están en la mira —literalmente en la mira— de la policía del gobernador. Bibiana Varela, reportera gráfica del diario Órale, captaba imágenes de los gendarmes en el Centro de Convenciones de Coatzacoalcos. A una instrucción, la hostigaron, la despojaron de su equipo, la obligaron a borrar sus fotos, la mantuvieron retenida contra su voluntad y la amenazaron.
Protestó el gremio y la Asociación (Política) de Periodistas de Coatzacoalcos lo hizo a su muy peculiar y ambivalente manera, pues entregó una carta al secretario de Seguridad Pública en que relataba los hechos y los condenaba, y después acudía a una comida del gobierno represor duartista, cuyo platillo principal debió ser chayote con maíz.
De lujo, pues, el arranque de la instalación del Mando Único Policial. Al día siguiente llegaba Javier Duarte a Coatzacoalcos, anunciaba que se aplicaría en otros cuatro municipios: Cosoleacaque, Nanchital, Acayucan y Minatitlán, donde por supuesto la policía intermunicipal estuvo involucrada en el secuestro del hijo del alcalde Leopoldo Torres, y de sostener vínculos con el crimen organizado, al que le filtraba información clave.

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