Prácticas sanas en
la administración pública
Quienes participamos en la administración pública debemos de
tener claro la conveniencia de llevar a cabo prácticas sanas dentro de nuestro
ámbito de influencia laboral.
Estar al frente de una dependencia o área en la
administración pública no implica mantener o crear distancia con el personal operativo
y mandos bajos en la estructura, por el contrario, muchas veces practicar la
apertura al interior manda un doble mensaje y arrojan resultados positivo.
En primera instancia los funcionarios sienten comodidad y
confianza en un jefe que se muestra interesado por su problemática interna y
abierto a escucharlos cuando sea necesario. Muchos suelen actuar sólo
preocupados por cómo los evalúan desde afuera sus superiores, sin observar que
el problema principal puede estar dentro, pues depende del que está a la cabeza
generar ese sentimiento de compromiso y pertenencia en los servidores públicos.
Por otro lado, la ciudadanía que observa desde afuera,
cualquiera que sea su interés, como se desarrolla la vida laboral en una
dependencia o área específica, percibe que puede obtener mayores beneficios de ésta
derivado de la armonía y trabajo conjunto que genera una buena comunicación entre
el jefe y el personal.
Un excelente “jefe” muestra de diversas maneras su liderazgo
y capacidad de dirección, una de éstas es la capacidad de integrar gente nueva
o de otros equipos a su propio equipo de trabajo. El liderazgo se construye y
por el bien de la administración pública es importante quitarse las ataduras de
mantener el temor de confiar en alguien poco conocido, máxime cuando éste se
distingue por una cabal institucionalidad laboral.
Cuando hablamos de asumir la “paternidad laboral” de los empleados
públicos, no nos referimos al equipo que suele transitar con un administrador
público de una dependencia a otra, si no a esa capacidad, rara e indispensable,
que debe tener un “jefe” para trabajar con gente que no estaba en su equipo,
pero es necesario que colabore por su institucionalidad, eficiencia y
experiencia.
Otra buena práctica y obligada por ley, es la de mantener la
ética dentro de la administración pública, ser ejemplo de ello sin duda es
fundamental. También contribuye premiar a quienes se conducen con ética y
probidad o sancionar justamente a quienes actúan de manera contraria, sin
importar sean de tu equipo cercano.
La vida de un administrador público afortunadamente es
bastante observada hoy en día, los medios de comunicación y la gente interesada
en el desarrollo de su comunidad
contribuye e incluso presiona, a vigilar especulaciones de corrupción y
actuar en consecuencia.
Un aspecto importante que contribuye en el quehacer público
es que los administradores públicos tengan certidumbre laboral, que sus sueldos
se paguen a tiempo y completos, que sus percepciones salariales sean acordes a la
responsabilidad implícita del cargo y se mantenga la perspectiva de crecimiento
laboral en el mediano y largo plazo.
Lo que expreso aquí, no son consejos, no pretendo darlos, es
simplemente compartir lo que he observado durante varios años de experiencia pública,
porque considero que compartir nuestras experiencias nos retroalimenta para
servir mejor a México.
Mi mayor compromiso es servir bien para generar cambios
positivos, por eso me ocupan estos temas.
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