Reportaje
Algunos partidos no alcanzaron el dos por ciento en las elecciones pasadas, pero sobreviven gracias a las alianzas. Gozan de presupuestos millonarios y son señalados de repetir vicios como el nepotismo y el influyentismo. Morena podría hacer desaparecer al MC y al PT, anuncia una politóloga
Por Juan Manuel Coronel / Luces del Siglo
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Cancún, Qna. Roo., a 26 de septiembre de 2012
En la última década se han creado nuevos partidos políticos que han logrado insertarse en el sistema democrático nacional. Contrario a esta apertura, la animadversión y el desencanto de la ciudadanía hacia los órganos políticos ha ido en aumento, pues detrás de ellos existen grupos de intereses que ven en los partidos emergentes un jugoso negocio.
En el pasado proceso electoral se destinaron cerca de 5 mil millones de pesos para financiar las campañas de los partidos políticos. Algunos como el Verde Ecologista tuvo a su disposición 478 millones de pesos (mdp) para su campaña, lo mismo el Partido Nueva Alianza que contó con 352 mdp; el Partido del Trabajo con 361 mdp y Movimiento Ciudadano recibió 315 mdp.
Para la politóloga de la Universidad Iberoamericana en la Ciudad de México, Ivonne Acuña Murillo, el sistema político mexicano se ha degradado tanto que la ideología ha ido desapareciendo y se ha instaurado el pragmatismo para definir el rumbo de los partidos políticos.
“Entonces tenemos políticos que saltan de un partido a otro, que fundan partidos políticos como si fueran empresas o negocios familiares y después venden su apoyo al mejor colocado”, explica.
Es el caso del Partido Verde Ecologista de México, que ha sido excluido de las asociaciones internacionales ecologistas, pues el cuidado al ambiente es sólo un membrete que oculta los negocios de la familia González Torres. Es el único partido ecologista del mundo que apoya públicamente la pena de muerte.
La analista explica que el PRI lo canalizó para que la gente que no votaría por el tricolor viera otra opción en el partido Verde en función de que está preocupado por el medio ambiente.
Existen múltiples ejemplos de esto en la última década. Basta recordar al Partido Social Demócrata (PSD), de Gilberto Rincón Gallardo; Alternativa Socialdemócrata, de Patricia Mercado; el Partido de la Sociedad Nacionalista (PSN), de Gustavo Rojas y Fuerza Ciudadana, de Jorge Alcocer; y en años recientes, el Partido Nueva Alianza (Panal), de la líder del sindicato de maestros, Elba Esther Gordillo.
Este no es un fenómeno nuevo en el país. Desde la reforma de 1977, con la cual se abrió la puerta de la competencia electoral a las fuerzas políticas de la izquierda mexicana –hasta entonces marginadas–, se creó un juego de codependencia entre las fuerzas hegemónicas y los nuevos partidos.
Lo que fue una apertura democrática terminó siendo una forma de legitimar el poder hegemónico del PRI. El gobierno manejaba a su antojo a los partidos de reciente creación a través del financiamiento y éstos avalaban las acciones del Ejecutivo a fin de alcanzar más dádivas.
Del partido comunista se pasó a los llamados partidos que eran simulaciones financiadas por los gobiernos priístas en turno, como se recuerda al Partido Popular Socialista (PPS), Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) y el Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (PFCRN).
La idea del PRI era fragmentar y dispersar el voto para que se canalizara el descontento en las urnas, pero con una oposición fragmentada. Poco parece haber cambiado en esta dinámica.
“Mucho de lo que se discute de los partidos tiene que ver con las cuotas y sus posiciones de poder, no necesariamente los dirigentes están pensando en cómo hacer más virtuoso el nuevo sistema político mexicano”, asegura la docente de la Facultad de Ciencias Sociales y Políticas de la Ibero.
Para la especialista es difícil no caer en la red de codependencia de los partidos grandes, porque para su supervivencia los partidos emergentes necesitan de los grandes por los recursos económicos y la estructura.
Los nuevos órganos que servían como satélites a los partidos ya consolidados buscaban alianzas y obtenían, a través de la negociación, puestos y recursos. La verdadera representatividad de estos partidos se desconocía.
Después de la reforma al Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) en 2007, la ley vigila las coaliciones para que cada uno de los coaligados aparezca por separado en la boleta, lo que permite saber si tiene el mínimo de apoyo ciudadano que establece la ley: al menos el dos por ciento.
El Partido del Trabajo, Movimiento Ciudadano y el Partido Nueva Alianza (Panal) promediaron en la elección para presidente de México los dos puntos porcentuales básicos para su registro. Sólo el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) tuvo 1.91 por ciento, de haber ido sin la coalición con el PRI a las urnas, hubiese perdido su registro.
En Quintana Roo los números de estos partidos son más negativos. De no haber sido por las alianzas, PVEM, MC y Nueva Alianza hubiesen desaparecido del mapa político. Sólo PT superó el dos por ciento.
En la urna para senadores en la pasada elección federal, el PVEM obtuvo 20 mil 498 votos, lo que significó 3.83 por ciento. Esto, a pesar de que Jorge Emilio González, “El Niño Verde”, fue la carta ganadora de la senaduría de primera fórmula en el estado.
Por su parte, el PT alcanzó 14 mil 227, el 2.55 por ciento; Movimiento Ciudadano 7 mil 322 sufragios, 1.37 por ciento; y Nueva Alianza alcanzó 15 mil 848, lo que es 2.97 por ciento.
En cuanto a la elección de diputados, PVEM tuvo 18 mil 275 votos, el 3.44 por ciento; PT registró 13 mil 876 sufragios, 2.67 por ciento; Movimiento Ciudadano con 7 mil 028 votos, el 1.32 por ciento; Nueva Alianza tuvo 22 mil 910, el 4.32 por ciento.
La aportación en cuanto a votos es ínfima, sin embargo, los dirigentes de los partidos ven a esos votos como cruciales en las nuevas contiendas que se vuelven cada día más reñidas. En la izquierda ven la unión con otros partidos como un requisito indispensable para subsanar problemas entre corrientes.
Emiliano Ramos, dirigente del PRD en Quintana Roo, asegura que en el caso del PT, la aportación es una cuestión ideológica más que de votos, con lo cual, se trata de unir a las izquierdas que están en diferentes corrientes.
“Aunque son partidos de votación minoritaria, hay gente que está en la izquierda y no quiere militar en el PRD y no comparte con sus dirigentes, entonces el PT y Movimiento Ciudadano son la opción para estos ciudadanos”, refiere el perredista.
La nueva dinámica electoral ha también obligado a los partidos a jalar con oportunismo a cuantas asociaciones puedan para garantizar votos.
Emiliano Ramos considera que no se puede menospreciar el dos o tres por ciento que estos partidos representan. Esos porcentajes que podrían considerarse marginales, suelen ser la diferencia entre ganar y perder. “Hemos tenido experiencias en Durango y Tabasco en que hemos perdido por apenas unos puntos porcentuales”, detalla a este respecto.
Hernán Villatoro, dirigente estatal del Partido del Trabajo, declara que el PT está enfocado en la gestión social y en formar ideológicamente a los nuevos cuadros que surgen en los partidos de izquierda. Cuenta con 11 mil afiliados en todo el estado y ha logrado tener representación en seis de los 10 municipios.
“El partido ha mantenido su imagen y su ideología. Estamos en contra de que se venda el patrimonio del estado para sustentar las deudas de la administración”, refiere y detalla que su partido es un semillero ideológico para el PRD, esa es su función.
Admite que el índice de votación para el partido fue muy bajo en el estado y reconoce que durante varios años su partido estuvo al servicio de grupos de poder en el estado. Sin embargo, se ha refundado y ahora cuenta con presencia en todos los municipios y representantes en órganos electorales.
Cuestionado sobre los logros que ha alcanzado un partido con limitantes de estructura como Movimiento Ciudadano, Rubén Darío, su presidente en Quintana Roo, asegura que de su organismo han salido líderes que representan a la sociedad civil y ahora son regidores en los municipios de José María Morelos y Solidaridad. De los 32 comités nacionales de MC, el comandado por Darío se colocó en el lugar número 11 en cuanto al porcentaje de votación para el partido, esa es razón suficiente para que el partido vea como una buena opción el ir solo en 2013.
“Lo que buscamos es que todas esas nuevas generaciones que se están integrando a la vida política del país y no se identifican con los viejos partidos, vean en MC un lugar donde no se reproducen las viejas prácticas”, explica.
Para Rubén Darío un indicador muy importante para reconocer a un partido que es manejado como negocio, es vigilar los nombres que están en la organización. Cuando se detectan vínculos de nepotismo, es decir, que haya familiares en el mismo partido, se tratará de una organización que no busca más que los intereses de un grupo o una familia.
“Habría también que preguntar qué hace el PT y el PRD, si es que también han caído en el mismo juego y han dejado atrás su deseo de incidir en la sociedad y crear mejoras en las condiciones de vida de su estado”, señala el dirigente.
Tanto para analistas como para políticos, la única opción para detener la manipulación de los partidos a favor de particulares es el endurecimiento de los requisitos para la creación de éstos.
Actualmente el Cofipe establece que para registrar un partido debe contar con al menos 170 mil afiliados y acreditar su presencia en 200 distritos electorales de 20 entidades. Además, durante su primera elección federal, después de obtener su registro, no podrán hacer alianza con otros partidos políticos.
Reestructuración de la izquierda. Después de la resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial que avaló el triunfo de Enrique Peña Nieto en la elección presidencial, Andrés Manuel López Obrador anunció su separación del PRD y dio inicio a un proceso para decidir si el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se consolidará como partido.
Con esto, el ex candidato puso sobre la mesa la opción que muchos ya habían previsto, una separación de corrientes al interior del PRD y la creación de dos partidos de izquierda. Aunque el congreso estatal –donde se tomará la decisión– se realizará el 19 y el 20 de noviembre, todo parece indicar el resultado. La reestructuración de la izquierda llegará a través de un nuevo partido.
La politóloga de la Ibero, Ivonne Acuña Murillo, considera que los grandes perdedores de esta nueva reestructuración de las izquierdas serán el PT y Movimiento Ciudadano, quienes dependían directamente del liderazgo de Andrés Manuel López Obrador. Ambos partidos están en riesgo de desaparecer.
También se prevé que el PRD saldrá perjudicado debido a la migración de militantes del sol azteca al nuevo partido.
“Nos encontraríamos con dos partidos de izquierda fuertes. Ellos dicen que no habrá ruptura y plantean que en 2018 podrían ir juntos con un solo candidato. Esas son buenas intenciones y buenos deseos. Pero el PRD se debilitará y solo se quedará en el partido la corriente de Nueva Izquierda”, explica la analista.
Ante la posibilidad de que Morena se configure como una empresa al servicio de los intereses de Andrés Manuel López Obrador, Acuña Murillo asegura que el gran reto es no iniciar este nuevo partido con vicios que se fomentaron en el PRD, se deberá acabar con las cuotas, con el caudillismo, el nepotismo y el clientelismo.
“Estos problemas han hecho que el PRD no se consolide como partido debido a que siempre está inmerso en la negociación entre tribus y no se puede consolidar como partido”, reseña.
A este respecto, el líder de Movimiento Ciudadano en Quintana Roo, Rubén Darío, ve que el PRD tendrá que hacer una revisión de su postura ideológica y sus estatutos para ver si se logran adecuar a los nuevos contextos que requiere el país. El PT, por igual, tendrá que analizar si su discurso cumple con las expectativas del nuevo siglo.
“Si Morena se hace partido político se habla de la pulverización de las izquierdas, sin embargo, el partido será una nueva ficha importante en la construcción democrática en el país”, aseguró.
Quien también niega la ruptura en la izquierda es el presidente del PT, Hernán Villatoro, que asegura que Morena unirá a la izquierda con un ideal y dejará de lado a la corriente de los “Chuchos” que ahora tiene secuestrado al PRD.
Uno de los miembros más activos de Morena en el estado, Max Vega Tato, analiza que cuando la izquierda se divide gana el PRI y el PAN, ese es el gran riesgo si no existe unión. Es así que el éxito dependerá de la integridad de los dirigentes y de su congruencia.
“El triunfo seguro de la izquierda en Quintana Roo depende de la integridad para que se unan en el proceso electoral que viene. Morena no se unirá a las alianzas con la derecha en 2013 y pugnará por una forma equitativa para definir las candidaturas”, puntualiza Vega Tato.
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