* Este jueves inicia una serie de festejos en la UAM-Xochimilco, que se extenderá por varias universidades del país
México, D. F., a 27 de mayo de 2013
La serie de homenajes que iniciarán esta semana por sus 50 años como escritor y los dos libros por aparecer: “La Cantante desafinada” y “Es difícil ser amante”, han sido una inyección de vitalidad para René Avilés Fabila (Ciudad de Méxicio, 1940), quien a la distancia dice ser muy afortunado en la profesión elegida desde pequeño, gracias al ejemplo de sus padres, un escritor y una profesora.
Discípulo de Juan José Arreola, Juan Rulfo, José Revueltas, Emilio Abreu Gómez y Francisco Monterde en Centro Mexicano de Escritores, considera que en su primer libro de cuentos llamado “Hacia el fin del mundo” dejó plasmado todo lo que vendría después en su carrera literaria que este 2013 cumple medio siglo.
“Ahí nace toda la literatura que yo considero más importante, mía, la parte fantástica, bestiarios, el tema bíblico, todo lo que me llama la atención y a lo que he sido muy fiel”, narra en uno de los rincones de la Fundación que lleva su nombre, desde donde impulsa múltiples tareas de rescate y promoción culturales. Ahí recuerda que ese libro no puede ser hallado en librerías porque Consuelo Záizar canceló toda su producción en el Fondo de Cultura Económica, pero busca la forma de volverlo a editar este año.
La serie de homenajes por los 50 años de literatura de René Avilés Fabila, en los que se involucran varias universidades públicas, iniciará este jueves 30 en el Patio Central del Edificio A de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco, con la presencia del Rector de la Casa de Estudios, Alfonso Fernández Fassnacht; el director de la unidad Xochimilco, Salvador Vega y León; de la también escritora María Luisa La China Mendoza, de Martha Fernández y Hugo Enrique Sáez A.
- René. ¿Se dice fácil 50 años de literatura, pero qué han sido para usted?
- Pues al principio, han pasado muy rápido. En segundo lugar uno hecha una mirada hacia atrás y te das cuenta que has tenido que escribir más de 35 libros y montones de ensayos, artículos, cuentos , críticas literarias para ganar un cierto lugar dentro de la literatura mexicana. Creo que he sido afortunado en ese sentido y creo estar más en deuda en este caso con la universidad pública. Son las universidades públicas las que más me han apoyado, han editado libros míos, muchos, no sé exactamente cuántos pero si algunos, solamente la UAM ha editado 8 libro míos. Con uno de ellos, con el libro de “Los animales prodigiosos”, obtuve el Premio Colima a la mejor obre narrativa publicada en 1993, si mal no recuerdo.
- ¿Recuerda el primer escrito que hizo… también como le surgió la vocación por la literatura?
- Me surgió como lector, no había televisión, estaba yo muy pequeño y entonces uno leía, mi mama era maestra y mi papa escritor, de tal manera que me fui aficionando por la lectura. Y en algún momento dado como otros, se me ocurrió escribir. Lo primero que recuerdo fue que he escrito pequeñas obritas de teatro para títeres y después pase al cuento; no hice nunca poesía, no continúe con el teatro, pero empecé a escribir prosa narrativa. Me inicie con cuentos bajo la influencia de ciertos autores griegos, creo que en ese sentido Homero me resultó fundamental con la idea de la Odisea, porque de ahí tomaba yo los personajes para escribir mis cuentos.
Con la imagen de un Búho y el logotipo de la revista que dirigió en el diario Excélsior, como fondo, Avilés Fabila recuerda cómo en aquellos primeros años junto con su gran amigo José Agustín y algunos otros que no recuerda, se acercaron a Juan José Arreola, a Emilio Abreu Gómez, al propio Juan Rulfo y les mostraron sus primeros cuentos. Después tuvo la beca del Centro Mexicano de Escritores, que habían tenido absolutamente todos los escritores importantes de aquellos años como Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco, Jorge Ibargüengoitia, Rosario Castellanos y otros.
- Rene, ¿Recuerda o todavía tiene escritos de esas primeras obras de teatro?
- Bueno, no, lo de títeres no lo conserve nunca. Lo que tengo son los primero cuentos porque como no salieron tan mal y de alguna manera pasaron por sesiones de taller, algunos incluso Juan José Arriola me ayudó a corregir, todos fueron publicados, primero en pequeñas revistas casi artesanales, después con esos mismos publique mi primer libro, se llama “Alegorías” y después esos mismos cuentos pasaron a formar parte de un libro que para mí es muy importante, que se llama “Hacia el fin del mundo”, que publica el Fondo de Cultura Económica y donde curiosamente quedo en compañía de ni más ni menos que de Rubén Bonifaz Nuño. Él publica “El ala del tigre” en Letras Mexicanas y yo publico en la misma colección. “Hacia el fin del mundo” fue un libro que me trajo buenas experiencias, gratos comentarios y me abrió muchas puertas. Cuando llegue a Buenos Aires fue el libro que yo utilice para ser recibido por (Jorge Luis) Borges.
- En aquellos años era un joven de la clase media, pero igual un joven rebelde que se integra al Partido Comunista Mexicano con toda esta gente pensante de la izquierda.
-Bueno, pues eso es heredado. Así como heredé de mis padres el amor a la literatura, el amor por los libros, también la cuestión ideológica. Mi mamá era maestra, era como mi papa, egresados de la Normal, en donde se formaban grandes maestros, en donde había una izquierda militante, también consistente. Mi papá era comunista y mi mamá pertenecía a un organismo que se llamaba Juventudes Socialistas, de tal suerte que no me costaba trabajo asumir una posición diferente al del sistema. Clase media, porque en esa época un maestro vivía bien, mi mamá con dos turnos, por ejemplo, pudo comprar una casa modesta, pero una casa. Vivíamos bien yo no recuerdo nunca haber pasado hambres, nunca haber tenido problemas de miseria, y vivíamos exclusivamente de eso del sueldo de mi mamá.
- Rene, ¿el resultado de “Los Juegos” entra en parte de esa formación que tuvo?
- Bueno ahí es más o menos donde empiezo a mostrar una rebeldía por lo que no me gustaba cabalmente. Existía un grupo afortunado de gente talentosa que se llamaban a sí mismos La Mafia: lo encabezaba Fernando Benítez. Estaban Carlos Fuentes, José Luis Cuevas, María Luisa Mendoza, Juan García Ponce, Juan Vicente Melo, Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska, digamos que lo más granado de la cultura de aquella época. Habían cerrado muchas puertas, no se podía entrar fácilmente a la revista de la Universidad, a Radio UNAM, a las pocas editoriales que había. Estaban cerradas por que ellos eran dictaminadores, era difícil el mundo cultural.
Avilés Fabila recuerda que le pidieron escribir una novela impensada hasta ese momento. “Me vi forzado a escribirla porque me dijeron ‘No hay mercado para los cuentos; haz una novela’, y lo único que se me ocurrió fue hacer esa novela, Los Juegos, en donde me burlaba de todos y cada uno de los que he mencionado, de todos ellos y pues se hizo un escándalo enorme, mayúsculo, a grado tal que no hubo editorial que quisiera publicar la novela; la misma editorial que me la había pedido que era la editorial de Giménez Siles y de Emanuel Caballo y cuando la concluí estaban aterrorizados de lo que yo decía del sistema político mexicano y del mundo intelectual mexicano, que de muchas maneras era tan negativo como el PRI, así como el PRI decía ‘Tú vas a ser gobernador, tú vas a ser diputado, y tú vas a ser presidente’, ellos hacían lo mismo: ‘Este es el gran poeta-gobernador’, ‘este es el senador-novelista’, ellos designaban por dedazo quienes valían y quiénes no”.
Rafael Giménez Siles fue un empresario español llegado a México después de la Guerra Civil Española, dueño de las librerías de Cristal. Había creado una editorial importante quería darle oportunidad a los jóvenes que comenzaban a destacar en el ámbito literario y Avilés Fabila era uno de ellos.
- Un día Fernando Benítez me reto a golpes, pero bueno, Fernando Benítez no tenía idea de lo que hacía. Yo tendría 24 o 25 años y él ya era un anciano. Entonces, bueno, fue escandaloso, pero las cosas empezaron a normalizarse. José Luis Martínez, que entonces era el director de Bellas Artes, me invita al ciclo “Los narradores ante el público”, en donde van pasando los más destacados novelistas por el Palacio de Bellas Artes, entonces se me abrieron las puertas con José Luis Martínez padre y después se fue abriendo todo, el Fondo de Cultura Económica, Joaquín Diez Canedo que me publicó en su editorial un par de libros o tres y terminé siendo amigo de todos aquellos a quienes critique en mi novela.
Hoy María Luisa “La China” Mendoza es su gran amiga y José Luis Cuevas ilustró varios de sus libros. “Yo creo que aquí quien abrió un poco el campo fue Juan Vicente Melo, que murió por desgracia antes de tiempo, y que era de la generación de García Ponce. Él escribió en el suplemento de Benítez un largo artículo sobre ‘Los Juegos’, valorando y revalorando un libro que había causado malestar, aunque te diré no en todos, porque claro, los enemigos de estos a lo que he mencionado, estaba felices conmigo, no sólo eso, casi me convertía en el héroe de los que detestaban a los mafiosos”, recuerda con esa particular y divertida forma de contar sus recordanzas.
De todas esas 36 o más obras, ¿Cuál es con la que se sentiría más a gusto? Digamos, ¿cuál volvería a escribir?
- Pues yo creo que “Hacia el fin del mundo”, que alcanzo varias ediciones en el Fondo de Cultura Económica, hasta que llego Consuelo Záizar a CONACULTA y canceló todos los libro que yo tenía ahí, que eran cinco. Ese es un libro que tuve que rescatar y los cuentos que están ahí adentro los publiqué en otro libro que se llama “Fantasías en Carrusel”. Entonces ese libro como tal está perdido, pero a mí me gustaría volverlo a editar, porque de ahí nace toda la literatura que yo considero más importante, mía, la parte fantástica, bestiarios, el tema bíblico, todo lo que me llama la atención y a lo que he sido muy fiel.
- Entonces, ¿en estos cuentos podemos encontrar al Rene original, su esencia real?
- Si, un Rene Avilés que era cuentista y que fue obligado por muchas circunstancias a ser novelista y, curiosamente, mis libros más recientes, estos que con motivo de mis 50 años de escritor reedita la Universidad Autónoma Metropolitana y probablemente la UNAM, son libros de esa índole, son libros de cuentos, son bestiarios, son libros que a mí me gustan. Curiosamente no tienen tanto éxito como las novelas. “El gran solitario de Palacio” lleva como 20 ediciones, “Réquiem por un suicida” lleva 6 o 7, son libros que han tenido aceptación. Los libros de cuentos 2 o 3 ediciones, no más. A mí me llama la atención, porque yo me siento infinitamente mejor cuentista que novelista.
- ¿Con cuál se ha sentido mejor a la hora de estar trabajando?
- Creo que con “El gran solitario de Palacio”, porque me sirvió también como una especie de terapia, es decir, el desahogo, eso a lo que muchos escritores llaman, ‘dejar los fantasmas en el papel’. Es un libro que yo no tenía contemplado hacer, es un libro que nunca se me había ocurrido, pero de pronto de se da la matanza del 2 de Octubre de 1968 y al participar en el movimiento primero y al presenciar la masacre del 2 de Octubre, me produjo una tremenda impresión, porque yo la veía incluso desde otra perspectiva, yo en esos momentos era militante del Partido Comunista, entonces fue una impresión brutal y me vi obligado a escribirlo casi como terapia.
- ¿Tiene algo que le haya quedado en el tintero, algo que haya querido escribir y no le haya logrado agarrar completamente?
- No es una pregunta para mí muy difícil de responder, los temas van llegando a mi casi cuando tengo que escribirlos, nunca he hecho planes realmente a largo plazo. Así he escrito todos mis libros de cuentos: “La lluvia no mata las flores”, sin duda es un libro amoroso principalmente, o de desamor como han dicho algunos críticos: “El Evangelio según René Avilés Fabila” es un libro bíblico, es una especie de paráfrasis a la biblia de principio a fin, desde los inicios hasta el apocalipsis.
- ¿Hasta dónde, René?
- Mira, tengo ya 72 años de edad, no me siento mal, puedo subir las escaleras de mi universidad de 2 en 2 escalones, no uso los elevadores. Me siento bien, estoy muy optimista, este festejo por los 50 años, hechos por mis casas de estudios, por los lugares que respeto profundamente, por colegas, por profesores, por autoridades universitarias, ha sido como una inyección de vitalidad. Ver carteles, ver invitaciones, ver mantas con mi nombre y que dice 50 años de literatura, mi fotografía… Para mi es conmovedor el apoyo que he recibido no sólo del rector general Fernández Fassnacht, sino también de Salvador Vega de Xochimilco, incluso del Doctor (José) Narro que ha sido un hombre extraordinariamente generosos conmigo, de tal suerte que yo así como decía el el boxeador desaparecido y célebre de su época, el doctor (Raúl) Macías... “Todo se lo debo, no a mi mánager ni a la virgen de Guadalupe, yo todo se lo debo a las universidades públicas, mi agradecimiento con ellas es total.
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