sábado, 11 de mayo de 2013

Las madres de los desaparecidos no creen en el discurso: salen a las calles a reclamar justicia


Por: Shaila Rosagel - mayo 11 de 2013 - 0:04 Destacadas, México, TIEMPO REAL, Último minuto - Sin comentarios   Fotos: Francisco Cañedo, SinEmbargo Ciudad de México, 11 de mayo (SinEmbargo).- Del Monumento a la Madre al Ángel de la Independencia en la Ciudad de México hay un kilómetro y medio para recorrer.
 Ayer, ese camino se convirtió en una procesión de madres que busca a sus hijos e hijas desaparecidos en distintos puntos del país. 
Ayer, el gobierno de la República informó que en lo que va de la actual administración se han registrado cinco mil 296 homicidios dolosos, esto es 18 por ciento menos (mil 136) en relación a los últimos cinco meses de la pasada administración, cuando se contabilizaron seis mil 432.
 Pero los números son números: los muertos de la guerra en México siguen creciendo. 
Y los desaparecidos. 
El reloj de los festejos, regalos, flores y mañanitas del 10 de mayo se detuvo para ellas en algún momento del sexenio pasado –uno de los más violentos y que dejó como saldo más de 27,000 desaparecidos y 70,000 muertos de acuerdo con la cifras oficiales de la Secretaría de Gobernación (Segob)-, cuando vieron por última a sus vástagos. Ayer caminaron hacia el Monumento a la Independencia. Sin sonrisa. 
En una marcha de miradas cabizbajas y rostros luctuosos por sus vidas sepultadas por el dolor de no tener acceso a la justicia en su peregrinar por las agencias del Ministerio Público y las autoridades mexicanas. 
Algunas llevaban tapabocas que invocaban a sus desaparecidos con la leyenda “¿Dónde estás?”, otras iban de blanco sujetando pancartas con gigantescas fotografías y pequeños ramilletes de margaritas.
 “¡Hijo escucha! ¡Tu madre está en la lucha!”, gritaron al unísono una y otra vez en un trayecto soleado y caluroso.
Lo mismo hicieron en el Ángel de la Independencia ubicado en el corazón de la Avenida Reforma, donde también demandaron justicia.
 “¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos!”, dijeron antes de colocar un altar de 103 fotografías de desaparecidos de Coahuila en cascada en las escalinatas del Monumento a la Independencia.
 Pasadas las 11:00 de la mañana uno de los familiares marchantes tomó el micrófono y pasó lista de algunos de los desaparecidos y las voces femeninas contestaron.
 Los nombres desfilaron y fue Edgar Hernández Balderas, de San Luis Potosí el primero en nombrarse, luego le siguió Eduardo Sánchez de Jalisco y los hermanos César García y Gerardo García de Tamaulipas.
 Después decenas más.
 Luego se acercó al micrófono el obispo Raúl Vera en medio de los aplausos de varias mamás. El religioso impecablemente vestido con su túnica aperlada acompañó a las madres hasta el lugar y tomó la palabra para demandar justicia, no sólo para ellas, sino para todos los mexicanos que son víctimas de la impunidad, dijo. “Quienes venimos el día de hoy, somos víctimas y testigos de cómo se daña la vida de mexicanos y mexicanas a base de desapariciones forzadas, secuestros, extorsiones, amenazas, desplazamientos, pérdidas de la fuentes de trabajo e incontables atrocidades más”, indicó.
 Después de una pequeña pausa, el obispo continuó: “Aquí junto al monumento a la independencia de México, este 10 de mayo han querido congregarse mujeres procedentes de distintos puntos del país para hacer presencia ante ustedes señores gobernantes que se mantienen en sus puestos a base de sus complicidades con los criminales y ante ustedes señores empresarios que lavan el dinero de las mafias.
 La presencia de estas mujeres les quiere decir que el resultado de sus acciones corruptas es el sufrimiento de millones de personas y que mientras se siga alimentando la impunidad, el sufrimiento y la angustia invadirán cada día a un mayor número de hogares”.
 Cuando el religioso concluyo varias de las madres tomaron el micrófono. Pronto aquellas mujeres que trataron de guardar la compostura y aguatar las lágrimas durante el trayecto de la marcha se descompusieron. La voz se les quebró y el llanto apareció.
 “¡Mi hijo no era malo!, ¡era un buen muchacho, un buen hombre!” gritó una de las mamás ahogada en llanto. “¡Estoy aquí porque ya es el tercer año que no está mi hijo, no puedo festejar más el día de las madres!”, dijo entre lágrimas otra mamá.
 “Hija, te voy a encontrar”, sentenció Guillermina Hernández Alarcón, que hace tres años perdió a su hija Selena de 14 años en Ecatepec, Estado de México.
 Guillermina dejó el micrófono. Fue lo último que dijo con la voz entrecortada, antes de colocarse detrás de la comitiva con la fotografía de Selena en la mano.
 Mientras las mamás hablaban, en la escalita del Ángel de la Independencia, descansaban las fotografías de decenas de rostros de hombres, mujeres y niños. Todos sonrientes, posando a la cámara. 
Todos vivos y jóvenes. Retratos como los que las mamás suelen colocar en las mesillas y libreros de sus salas. El de la hija que salió con su mejor sonrisa o el del hijo que se graduó.
 La foto perfecta para lucir en la pared a las amistades y a las visitas. Esa foto, la misma, ahora en una escalinata acompañada de una pequeña ficha: nombre completo y los datos de la desaparición. 
“Roy Rivera Hidalgo, desaparecido desde el 11 de enero de 2011 en San Nicolás de los Garza, Nuevo León”, “José Guadalupe López desapareció el 7 de enero de 2011 en Torreón, Coahuila”…Hugo Marcelino González, en 2009 en Coahuila; Vicente Rojo Martínez, en Piedras Negras. 
“Yo no me quedaré en el plantón de la PGR. Me he manifestado muchas veces y me he dado cuenta, que no sirve de nada, las autoridades no hacen caso, no les importa que estemos ahí”, dijo Leticia Mora Nieto mamá de Georgina Ivonne Ramírez, Mora, desaparecida hace casi dos años en el Estado de México.

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