lunes, 20 de mayo de 2013

Renato: de la milpa al Congreso


 * El registro de Mónica Robles de HILLMAN  * Las cúpulas le aplauden y los priístas la detestan  * El PRD y sus candidatos infames  * CMAS subsidia al periódico El Heraldo  * El Indiscreto y sus delaciones  * Focos rojos en el PRI  * Perdería Xalapa, Veracruz, Boca del Río, Córdoba, Orizaba y Poza Rica  * Sigue la persecución política contra Rotter  * Tony Macías le abre otro frente a Duarte
 MUSSIO CARDENAS ARELLANO
 De no ser porque en la política halló cómplices a modo, de esos que encubren hasta crímenes, Renato Tronco Gómez aún andaría arrojándole semillas a los surcos, ordeñando vacas lecheras y seguro correteando gallinas en la granja, algo que va más con su personalidad y sus alcances.
Extraído de un guión de película, alma pendenciera, malandrín campirano, el terror de Las Choapas trae en mente hoy una nueva empresa: la diputación local.
No es que quiera llegar al Congreso de Veracruz con ánimo de legislar, pues aunque ya pasó por ahí entre 2007 y 2010, lo que lo mueve es tener estatus para burlar la justicia y evadir denuncias por la infinidad de arbitrariedades cometidas como alcalde, actos de represión, desvío de recursos, enriquecimiento super explicable, malversación de recursos de Petróleos Mexicanos, violaciones a las normas electorales y hasta el asesinato del ex regidor Alfredo Pérez Juárez, uno de sus más enconados críticos y acérrimo detractor.
Renato ya ocupó una curul en el Congreso y fue, por decirlo sin agravio, un fiasco. Llegó bajo las siglas del Partido Acción Nacional y a medio camino, acusado por la Procuraduría de Veracruz en tiempos fidelistas del asesinato del regidor Pérez Juárez, dio el bandazo. Canjeó su libertad por el paraíso de los intocables que le ofrecía el gobernador Fidel Herrera, se declaró diputado independiente y luego ingresó al PRI. Desde entonces se le disparó la tapa del seso.
Fue un cero a la izquierda en la Legislatura estatal. No presentó iniciativas de ley y nadie recuerda que haya subido a tribuna. Y fue mejor. Micrófono en mano, al tope su intelecto, Tronco sólo produce diatribas y sandeces, capaces de estresar a un muerto.
Cuando regresó a la alcaldía, en 2010, tuvo un aliado a su medida: Fidel Herrera Beltrán. “Mi mejor guerrero”, se le escucha decir a Fidel en aquellos célebres audios difundidos por el periódico Excélsior, que advertían la intromisión del gobernador en asuntos electorales y la exigencia de Renato de 10 millones de pesos para construir la carretera de la fantasía para la cosecha de votos.
Llegar por la vía del robo electoral, le hizo suponer que también los recursos del pueblo son para abultar el bolsillo. O sea, una fechoría seguida de otra fechoría. Concedió obras, las más cuantiosas, a su empresa, la Unión de Ejidos 25 de Abril; compra de servicios a proveedores amigos; auspició negocios de protegidos. Y a los reclamos de la sociedad respondía con mano de hierro, el golpe artero, el ataque policíaco, la detención arbitraria, el encarcelamiento, la persecución.
Descarado sin mesura, Renato presume fortuna porque, dice, se la ha ganado con el sudor de su frente y gracias a una herencia de origen desconocido. Se le cuentan por lo menos tres ranchos y decenas de propiedades más; camionetas de lujo, una mansión millonaria, caballos finos, cuatro regalados por Fidel Herrera, que a su vez los recibía del narcoempresario Francisco Colorado Cessa, sentenciado en Estados Unidos por vínculos con Los Zetas.
Represor nato, golpeador de mujeres y ancianos, no se midió cuando su policía municipal apaleó a integrantes del movimiento de Resistencia Civil contra las tarifas eléctricas, o cuando encarcelaron y agredieron al maestro Miguel Ángel Castillo Duque, que tres meses después moriría de un derrame cerebral, o cuando su policía municipal levanta jóvenes en las calles y los tortura para sembrar el clima de terror.
Ha de ser inmensa la complicidad para que el gobernador Javier Duarte, el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán y el PRI le hayan concedido la candidatura a diputado local por el distrito XXX a un rufián de ese nivel.

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