lunes, 26 de agosto de 2013
Reforma Educativa no combate la venta de comida chatarra; especialistas piden escuelas más sanas
Por: Shaila Rosagel - agosto 26 de 2013 - 0:01 Destacadas, México, TIEMPO REAL, Último minuto - 1 comentario El 77% de los mexicanos reconoce que en las escuelas de sus hijos venden comida chatarra.
Ciudad de México, 26 de agosto (SinEmbargo).- En México hay una Reforma Educativa que no combate la venta de comida chatarra dentro de las escuelas, ni promueve la creación de mayor infraestructura como bebederos en todas los planteles para disminuir los índices de obesidad, dijo Alma Meneses, del área de Legislación y Políticas Públicas de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDM).
“No hay una estrategia adecuada ni en las reformas educativas, ni en la Cruzada contra el Hambre para atender el problema de la obesidad infantil, al contrario, lo que se está haciendo es limitarse a la autorregulación que ponen las empresas pero, ¿quién va a ser juez y parte? Ellas se autorregulan de tal forma que no afecte a sus intereses”, dijo.
La especialista indicó que dentro de las escuelas está el “enemigo” para los niños. Papitas, dulces, panecillos, donas y refrescos son el alimento que se vence en las tiendas escolares en la hora del receso.
Pero la situación es aún más alarmante.
La reciente Encuesta Nacional sobre Obesidad de la Alianza por la Salud Alimentaria reveló que 85% de la población mexicana está de acuerdo con que se instalen bebederos en las escuelas, pues 48% aseguró que sus hijos no tienen acceso a estas instalaciones y a agua de garrafón.
“Esto es muy grave y las escuelas están así, en las ciudades y en las zonas rurales, donde los niños no tienen más acceso para saciar su sed, que beber refrescos”, dijo Meneses.
La encuesta también indica que 81% de los entrevistados están de acuerdo con prohibir la venta de comida chatarra en los planteles.
“El 77% de los entrevistados dijeron que en las escuelas donde estudian sus hijos les venden este tipo de alimentos, mientras que 38% señaló que hay publicidad de papas fritas y golosinas dentro de las instalaciones y 46% indicó que se publicitan los refrescos”, detalló.
Meneses dijo que la encuesta refleja que el Gobierno de México incumple con los derechos a la salud de la infancia, establecidos en tratados internacionales como en la Constitución Mexicana y la Ley General de Salud. NUEVA LEY VS OBESIDAD La encuesta también arrojó que 85% de los entrevistados apoyan la creación de una Ley General contra la Obesidad, que contenta una estrategia integral de prevención del padecimiento con regulaciones de alimentos y bebidas dentro de las escuelas, así como su publicidad y etiquetado.
La muestra de mil 500 entrevista reveló que en México la población obesa y con sobrepeso no reconoce el problema, a pesar de que mayoría de los mexicanos está consciente de que ambos estados representan un riesgo para la salud, reveló Del total de la muestra, 89% de las personas que padecen obesidad la reconoció como tal, así como 49% de quien sufre sobrepeso.
“Resulta interesante que más de 90% de la población está consciente de que la obesidad es grave, sin embargo cuando se hace otro tipo de preguntas, solo 11% reconoce que padece el problema”, dijo Meneses.
Si México quiere disminuir sus niveles de obesidad en la población infantil, el gobierno debe prohibir definitivamente la venta de comida “chatarra” en las escuelas y sus alrededores, dijo en mayo Enrique Jacoby, asesor regional de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Aunque en el país se publicó desde 2010 la Ley Antiobesidad que en el discurso tiene como objetivo evitar que se ofrezcan dulces, panecillos, papitas y otras golosinas en las cooperativas escolares, lo cierto es que no prohíbe el consumo de estos alimentos al interior de los planteles, sólo restringe su venta y publicidad.
Las cooperativas escolares son reguladas a través de los “Lineamientos Generales para Expendio y Distribución de Alimentos y Bebidas en las Escuelas” emitido por la Secretaría de Salud y la Secretaría de Educación Pública, que dosifica la cantidad de producto por envase o paquete.
Es decir, las empresas productoras de papitas o refrescos, sólo deben ofertar presentaciones más pequeñas de sus productos para cumplir con los límites permitidos por porción en los lineamientos y no rebasar el tope como en el caso de las botanas, galletas, postres y pasteles que es de 130 calorías por paquete o porción y no más de 35% de grasas totales.
“Esto no sirve de mucho, porque los niños pueden comprar una, dos, tres porciones, porque así como el producto se hace más pequeño el precio también baja.
La única solución para combatir el problema de obesidad es a través de retirar la comida chatarra de las escuelas y en sus alrededores.
Hay países donde no puede haber tiendas que ofrezcan estas golosinas en un radio de 20 kilómetros a la redonda”, dijo el especialista.
De acuerdo con las últimas cifras de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), en México 29% de las niñas y 28.1% de los niños de 5 a 17 años presenta sobrepeso. El país ocupa el cuarto lugar en obesidad infantil a nivel mundial.
“En los últimos 20 años, el crecimiento de la obesidad en los niños se ha incrementado y paso de un 5% a casi 30%. Estas cifras causan terror, lo que está sucediendo es muy grave”, indicó.
En México un niño tiene acceso a comprar golosinas a las afueras de la escuela sin ninguna restricción. La disponibilidad de estos productos contradice lo que puede regularse en el papel en materia de nutrición infantil. Existen ejemplos exitosos de regulaciones que funcionan como Japón y Francia, agregó Jacoby.
En estos países, narró, las escuelas prohíben la comida “chatarra” y los niños incluso reciben clases de cocina. “Ellos aprenden a preparar alimentos sanos.
La modernidad no significa dejar de cocinar, al contrario, hay que saber cómo comer.
Si la gente deja de preparar sus alimentos deja en una tercera persona la decisión de manipular si quiere para que se haga un vicio comer ciertos productos”, anotó.
Jacoby explicó que la combinación de grasas, azúcares y sal que contienen los alimentos “chatarra” son altamente adictivos. Además de la prohibición de estos productos en las escuelas, el gobierno mexicano debería avanzar en la regulación de las etiquetas.
“En un país donde no hay un estándar en el etiquetado, cada empresa hace sus tablas nutrimentales como quiere, con los valores que le da la gana, confundiendo a la población, con el tamaño de letra que elige”, dijo. El asesor de la OPS indicó que existen estados como Nueva York, Washington y Seattle, en Estados Unidos, donde los menús de los restaurantes contienen información sobre los ingredientes que contienen los platillos. “El producto comercial tiene éxito basado en tres cosas: el precio, la disponibilidad y el marketing.
En estas tres áreas hay que actuar.
Las máquinas expendedoras de refrescos, papitas y panes no deben estar en las escuelas, estadios ni en los hospitales”, subrayó.
LAS EMPRESAS PRESIONAN El especialista de la OPS dijo que en países como México estas regulaciones severas en contra de los alimentos “chatarra” no proceden debido a la presión de las grandes empresas productoras.
“La comida chatarra debe pagar más impuestos porque es la que afecta más a la salud. Además debe ser más cara. Pero eso es muy difícil debido a los grandes intereses que tienen las compañías”, dijo.
En 2010, en vísperas de que el Senado de la República discutiera la minuta de Ley Antiobesidad enviada por la Cámara de Diputados; la Cámara Nacional de la Industria de las Conservas Alimenticias (Canainca) se opuso a la iniciativa.
Esta asociación está conformada por compañías como Nestlé, Mccormick de México, Unilever, Herdez, Coca-Cola Export, Sabormex y rechazó tajantemente la iniciativa debido a dañaría la imagen de estos productos. Armando Cobos Pérez, presidente Ejecutivo del organismo, declaró en ese año que 80% de los alimentos que se venden en las escuelas se preparan en los planteles y que sólo 20% eran empaquetados.
Mientras que varias organizaciones en distintos estados del país indicaron que la medida impactaría a las Pequeñas y Medianas Empresas (pymes), las cuales no contarían con los recursos suficientes para invertir en ajustar sus líneas de producción a los nuevos requerimientos para las cantidades y porciones de los productos.
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