Hace más de cinco años tomé la decisión de combatir de frente a los criminales.
Era una decisión impostergable, porque la violencia estaba lastimando a nuestra
gente.
Durante años se dejó crecer a la delincuencia, mientras muchos mexicanos eran
lastimados por ella y pedían ayuda.
Pero, sobre todas las cosas, mi preocupación ha sido cuidar a las familias.
La razón de esta lucha es cada
una de las familias mexicanas que sienten temor, que sufren amenazas o que han
perdido su tranquilidad.
Hemos tomado decisiones
difíciles, nunca pensando en sólo seis años, sino en el porvenir de todos los
mexicanos.
Era claro que luchar
implicaría un gran desafío y asumir riesgos importantes, pero era urgente
enfrentar el problema.
Teníamos que quitarnos la
venda de los ojos. Sin miedo y sin titubeos.
Los criminales eran cada vez más fuertes, mientras el Estado y la sociedad se
debilitaban. Y aunque hoy todavía mucha gente sufre el acoso de los criminales,
la violencia o la ausencia de un ser querido, estamos debilitando al crimen y
México es cada vez más fuerte.
Hemos trabajado poniendo toda la fuerza y todo el corazón.
Estamos dando esta lucha con lo mejor que tenemos: nuestras Fuerzas Federales.
Además de combatir al crimen, hicimos una transformación de fondo a nuestras
instituciones de seguridad y de justicia.
Hoy tenemos más herramientas para prevenir y perseguir los delitos, mediante la
generación de información y el uso de inteligencia contra los criminales.
México no se arrodilla. Somos un país con valor y con valores, que se juega el
alma por cuidar a su gente.
Me siento muy orgulloso de la valentía de los mexicanos, que no se rinden, y
que enfrentan la adversidad.
Sabemos que la lucha vale la pena y, por eso, juntos construimos los cimientos
sólidos de un México más seguro y más justo.
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