sábado, 1 de diciembre de 2012

EXCELENTE TRABAJO DEL MAESTRO LUIS VELAZQUEZ


Diario de un reportero

*De compañeros del oficio…
*… a compañeros en la cama
*La soledad de los periodistas

Luis Velázquez
01 de diciembre de 2012

DOMINGO
Frente a frente…

Lo dijo Francisco Zarco.
Luego lo cacareó don Manuel Buendía, el columnista más respetado del siglo XX, asesinado por la espalda en el segundo año del sexenio de Miguel de la Madrid: “Nunca publiques como reportero lo que seas incapaz de sostener cara a cara ante el político”.
La frase, sin estar incluida en un código de ética periodística, define el estilo de la vida reporteril, pero más aún, significa el parteaguas entre un trabajador de la información y otro.
Y sin caer en moralinas ni cortarse las venas, recuerda el estilo personal de Buendía, por ejemplo, ni se diga de Zarco, de practicar el periodismo.
Es decir, ningún dato sin sustento informativo, sin pruebas jurídicas ni notariales, sin evidencias ni coincidencias, sin testigos, sin grabaciones de por medio, puede publicarse.
En el siglo XX, por ejemplo, la columna ‘’Red Privada’’ de Buendía que publicara en los periódicos El Universal y Excélsior, aparecía con frecuencia a ocho columnas en la portada del medio, porque significaba una denuncia documentada en hechos y datos.
Desde entonces, Buendía ejercía el periodismo de datos, como se le llama ahora en Estados Unidos, y que los medios suelen buscar en internet, pero que entonces, allá por 1960, 70, 80, se rastreaba en un archivo de los periódicos del día donde los acuciosos, tipo Sherlock Holmes con su lupa, seguían la pista a los sucesos.
Habría de recordar, por ejemplo, que el cronista más importante del siglo XX, Carlos Monsiváis Aceves, tenía en su casa dos recámaras inundadas de recortes de periódicos integrando varios archives en los temas de su interés, como, entre otros, los movimientos populares.
Por eso, cuando el reportero tiene en su archivo documentado un hecho, y/o ha logrado una exclusiva con pruebas jurídicas de por medio, ningún político puede reprochar la publicación de información errónea.
Es más, la diferencia entre un reportero y otro es que uno tiene un archivo de primera mano y el otro trabaja sin método ni disciplina.

LUNES
Ingratos con el lector…

Un antiguo maestro empírico del periodismo, don Pedro Jiménez, qepd, jefe de Redacción de “La nación”, en el puerto jarocho, decía en el siglo pasado: “Los reporteros somos muy ingratos con el lector”.
Y explicaba: en el transcurso de la mañana, el reportero camina desde las 9 horas hasta las 2, 3 de la tarde, por ejemplo, corriendo atrás de la noticia, con la grabadora y la libreta de taquigrafía en la mano.
Y en la tarde, entre 4 y 5, cuando llega a la sala de redacción del medio, escribe en unos quince minutos cada una de las cuatro o cinco notas informativas que ha reporteado en las primeras horas del día.
Y si escribe, digamos, unas cinco notas, y reporteó esa información unas seis horas, significa que cada nota significó trabajarla una hora con diez minutos promedio.
Así, y cuando está frente a la computadora, la escribe en solo un cuarto de hora, por lo regular, siempre, al chingadazo, al ahí se va, como una trituradora, un volcán en erupción, un tsunami entrando a la población.
Por eso, afirmaba don Pedro Jiménez, el reportero es ingrato con el lector, porque la redacción de la nota es el último proceso del trabajo periodístico, y por tanto, cada nota necesita redactarse, además de rigurosidad informativa, con una gran calidad estilística.
Incluso, con calidad estética, pues en todo caso, en la vida hay tres tipos y niveles diferentes de escritores: uno, los poetas; dos, los novelistas, y tres, los reporteros.
Y los tres son escritores, obligados por naturaleza a pulir y volver a pulir, con todo y la prisa periodística, cada uno de los textos publicados.
Eso decía don Pedro en el siglo pasado.
Y eso está pendiente en el siglo XXI.

MARTES
La confesión de un gran reportero

Cada noche, don Alfonso Valencia Ríos, el milenario y legendario jefe de Información de “El dictamen”, tomaba dos whiskazos en el bar “Manolo”, en el centro jarocho, y luego, de inmediato, se retiraba a casa.
Una noche, el reportero Jorge Arias le pidió la oportunidad de un whiskazo y don Alfonso le dijo: “A las diez de la noche en punto, en el bar”.
Apenas el mesero servía el primer whisky, don Alfonso fue concreto y específico, sin rodeos:
-¿Qué deseas?”, preguntó al reportero, los dos de pie, en la barra, de igual manera como solía tomar Ernest Hemingway, en La Habana, en “La bodeguita de en medio.
-Tengo mucha duda con lo siguiente: usted es un gran reporterazo. Es jefe de Información. Todos los días reportea. Es corresponsal del periódico Excélsior, ¿por qué nunca se fue a la ciudad de México a trabajar en un periódico?.
De un madrazo, don Alfonso se tragó el primer whisky y ordenó al mesero, su amigo, el segundo.
Entonces, respiró profundo y dijo:
--Por pendejo.
--¿Por pendejo… no se fue?
 --Sí, por pendejo.
--¿Por qué por pendejo?
--Porque mi madre estaba enferma y nunca me atreví a dejarla sola.
--Entonces, fue usted un gran hijo.
Don Alfonso evitó la respuesta. Guardó silencio. En silencio se tomó dos whiskys más.
Y ante el silencio, Jorge Arias dio las buenas noches a su jefe de Información, dejó el whisky a la mitad del camino y se retiró.
Semanas, meses y años después, jamás volvería a tocar el asunto.

MIÉRCOLES
La prima que estudiaba periodismo…

En el siglo pasado, un reportero llegaba a una entidad federativa como enviado especial del periódico donde laboraba y siempre acompañado de una damita.
‘’Es mi prima que estudia periodismo’’ decía cuando la presentaba.
Y con una sonrisa maliciosa el interlocutor extendía la mano y la saludaba.
Si el enviado especial llegaba solo, entonces, los jefecitos de prensa le enviaban un regalito, dos regalitos, en la noche, luego que durante el día se fajara el lomo buscando la noticia: una sabrosa, sabrosísima modelito de la noche, mariposilla nocturna, que lo dejaba dormir casi al amanecer, cuando el carro de la basura merodeaba por el hotel tintinando la campanita.
Pero además, a la hora de despedirlo en el aeropuerto, el jefecito de prensa obsequiaba un libro al enviado especial, con un sobrecito repleto de billetes grandes, para aceitar la máquina de escribir.
Años después, por ejemplo, aquellos malos y peligrosos hábitos se tradujeron en lo siguiente:
Uno: un embute mensual a los reporteros que en el lenguaje de la modernidad se llama alianza editorial.
Dos: el obsequio de un cochecito, la misma marca, el mismo color, incluso, para todos.
Tres: jugosos convenios de publicidad con los magnates de la información, en la inteligencia de que la cantidad nunca, jamás será revelada en los años siguientes, sino por el contrario, hasta dentro de 30 años, en nombre de la santa ley de Transparencia y Acceso a la Información.

JUEVES
Compañeros del oficio, compañeros en la cama…

Los trabajadores de la información (reporteros, fotógrafos y camarógrafos), mujeres y hombres, suelen pasar juntos el mayor número de horas en el transcurso del día, de la tarde y parte de la noche.
Incluso, con frecuencia cuando suelen llegar a casa, encuentran durmiendo a los hijos y por lo regular, a la pareja dormitando, y/o en todo caso, durmiendo al lado de los niños.
Y al otro día, cuando los hijos se levantan para la escuela, el padre reportero, por ejemplo, está dormido, y por tanto, sucede que apenas y están juntos, digamos, el día de descanso, el fin de semana, sábado, domingo, cuando disminuye la chamba.
Y en tales circunstancias, ni hablar, compartiendo la mayor parte del día y de la tarde y de la noche, compañeros del mismo oficio, el mismo sueño, la misma lucha periodística, entre los reporteros, mujeres y hombres, suelen formarse parejas, a veces, flores de un día, pero de igual manera, la soledad los une y terminan juntos.
Por eso es que entre los reporteros se integran parejas, y suele ocurrir, incluso, y en todo caso, que se vuelven amantes, mientras cada quien tiene su pareja en casa.
Y por tanto, uno a otro respetan sus espacios, sin hacer daño a nadie.
El novelista cubano, ya fallecido, Eliseo Alberto, lo decía de la siguiente manera: “El mejor lugar para platicar es la cama”.
Y en la cama, en la alcoba, en el tálamo motelero, antes y después de hacerse el amor, la pareja de reporteros intercambia barajitas de su trabajo reporteril.
Así, y en consecuencia, la frase de Eliseo Alberto podría transfigurarse en la siguiente: “El compañero de la cama también es el compañero de la vida”.

VIERNES
Embutes a reporteros

En Los Pinos, Miguel de la Madrid tuvo la ocurrencia genial de institucionalizar el embute mensual a reporteros y, entonces, cada uno firmaba un recibo a la hora de que le untaban las manos.
Y cuando Miguel Alemán Velazco gobernó Veracruz, el secretario General de Gobierno, Flavino Ríos Alvarado, amplió la ocurrencia genial de Miguel de la Madrid:
1.- Cada reportero firmaba el recibo mensual del embute.
2.- Debía entregar una copia de la credencial de elector.
3.- A la hora de recibir el dinerito en efectivo, una cámara lo filmaba, tipo Carlos Ahumada con René Bejarano.
Así, y con todo, de cualquier manera los trabajadores de la información le seguían entrando al “chayote”.
Un sexenio federal iniciará a partir de hoy.
Y aun cuando, de antemano, la relación cordial entre Los Pinos y los magnates de la información escrita, hablada y digital está garantizada, habría de preguntarse cómo, de qué manera será el trato entre los reporteros, columnistas, fotógrafos y camarógrafos con la presidencia de la República y con todas y cada una de las secretarías federales.
POSDATA: Más información en el blog.expediente.mx

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