México, D. F., a 27 de febrero de 2013
La detención de Elba Esther Gordillo se inscribe dentro de la lucha de los grupos de poder que, una vez lograda la Presidencia de México, se combaten para supervivir o sobrevivir. “La Maestra”, “La Hoffa mexicana”, como la bautizó la experta del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS) en Washington, Delal Baer, se convirtió en una bisagra de la política mexicana en la última década y su figura se volvió peligrosa para ciertos grupos cuando su ambición pasó de ser sólo un alfil a querer controlar los hilos del poder.
Alineada con el grupo que tenía el control de la transición pactada, tuvo sus mejores años en el sexenio de Vicente Fox. Entonces dio un duro golpe al priismo duro, con su campaña contra el candidato de su partido: “¿Tú le crees a Madrazo?”. Para esos años ya había iniciado la construcción de Nueva Alianza que compitió en 2006.
Jimmy Hoffa, con quien la comparó Baer, fue un poderoso dirigente del sindicato del transporte en Estados Unidos, ligado a la mafia; tenía enorme poder dentro de los círculos del Congreso y Asamblea de Representantes para que llevaran adelante sus encargos, pues financiaba las campañas políticas de congresistas y senadores. Desde allí presionaba a los presidentes de su país.
El propio Madrazo afirma que “La Maestra” se sumó a las filas de Felipe Calderón, quien como Vicente Fox, le dio prácticamente lo que quiso, incluso una subsecretaría en Educación Pública, además del ISSSTE y la Lotería Nacional que ya controlaba desde el sexenio anterior. A diferencia de Fox, con quien había un acuerdo político, con Calderón fue un acuerdo de intereses mutuos y posteriormente lo presionó.
Pero su principal afrenta al priismo tradicional fue cuando quiso convertirse en factor de poder e impulsó las alianzas electorales en diferentes estados. Fue clave su participación en los triunfos aliancistas en Oaxaca, Sinaloa, Guerrero y Puebla. Su apuesta fue conseguir la coalición en el Estado de México, que Fernando Gómez Mont paró desde la Secretaría de Gobernación, porque de haberla logrado, el candidato en contra de Enrique Peña Nieto hubiera sido Marcelo Ebrard Casaubón —ahijado político de su padrino político Manuel Camacho Solís— y no Andrés Manuel López Obrador ni Josefina Vázquez Mota.
Ahí comenzó su declive. El equipo cercano a Peña Nieto primero la atrajo con un planteamiento de ajedrecista, al entregar la presidencia del PRI nacional a uno de sus aliados, Humberto Moreira, a quien posteriormente lanzaron andanadas mediáticas para acusarlo de dejar al estado de Coahuila en la bancarrota y, así, obligarlo a renunciar en diciembre de 2011. Gordillo y Moreira algún día pensaron que tenían en sus manos las claves de la elección de 2012.
Antes del moreirazo, el 17 de noviembre de 2011 Gordillo fue atraída para evitar que ahora con su partido se aliara nuevamente con el PAN, pero apenas pasado el plazo fatal para el registro de las coaliciones, el 20 de enero el PRI la echó de su seno y le quitó también las 24 diputaciones federales y cuatro senadurías, entre las que estaban consideradas la de Mónica Arriola, hija de la maestra, su yerno Fernando González Sánchez, por Sinaloa, y Jorge Kahwagi, por Nayarit. Estas posiciones las había firmado Humberto Moreira.
Apenas iniciada la administración de Enrique Peña Nieto los mensajes de lo que sobrevendría no se hicieron esperar. Le quitaron la concesión del ISSSTE y la Lotería Nacional, a la vez que su partido no fue tomado en cuenta para el Pacto por México, como tampoco ella fue invitada a la presentación de la Reforma Educativa promulgada este lunes.
Se dice que a cambio de no resistirse a la Reforma Educativa pactó con Peña Nieto mantenerse al frente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y no ser investigada por las más de 70 propiedades que posee, como tampoco las más de 90 cuentas bancarias desde donde maneja los recursos económicos del gremio magisterial. Pero nuevamente le falló.
Quizá al presentir o tal vez saber lo que vendría en adelante, a principios de este febrero dictó su epitafio: “Aquí yace una guerrera y como guerrera murió”, aunque a decir verdad, políticamente durante los últimos meses se le vio tan dócil que muchos creyeron que se había fraguado un teatro, primero para impulsar la candidatura de Peña Nieto al romper la alianza con el PANAL y, recientemente, con la propuesta de reforma educativa de la que, prácticamente no dijo ni pio.
Jimmy Hoffa cayó en desgracia y desapareció sin dejar rastro al encontrar un fuerte obstáculo en otro grupo en el poder relacionado con la mafia estadounidense, los Kennedy.
El movimiento de este martes 26 es similar a los realizados por Carlos Salinas de Gortari en los albores de su gobierno contra los dirigentes sindicales Joaquín Hernández Galicia “La Quina”, de los petroleros y Carlos Jonguitud Barrios de los maestros, a quien Gordillo Morales sustituyó por consejo de Manuel Camacho Solís.
Por lo pronto, los suspiros porque haya “justicia” parecen hacerse realidad. Hasta el momento nada han podido realizar los maestros disidentes para demostrar la autoría intelectual de Gordillo en los crímenes de por lo menos 156 maestros a partir de los ochenta, entre ellos el de Misael Núñez Acosta, ocurrido en 1981. Tampoco nada se había podido establecer en su contra por el uso indiscriminado y patrimonial de los recursos de los maestros.
Si es responsable, primero se le deberá investigar y hasta no encontrarla culpable se le deberá enjuiciar mediáticamente, como debe serlo jurídicamente. Pero es una lástima que la justicia se utilice para hacerle justicia a los grupos de poder político y económico; es decir, para quitarse enemigos del frente, porque los maestros y sus cuotas, ya veremos, continuarán siendo manejados por otro personaje igual o peor que Elba Esther Gordillo.
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