La parasicología y los nahuales,
A propósito de los Días de Muertos.
Por Luis González Romero
Allá por los años cincuenta llegó a
la región de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, una empresa para construir un tramo de
la carretera federal e instalaron su
campamento a unos 10 kilómetros e Tuxtla, en las inmediaciones de una ranchería
compuesta por unas 100 familias. Todos los trabajadores se llamar “ingenieros “
y la gente del lugar los trataban como tales y se encargaban de prepararles los
alimentos a cambios de unos cuantos pesos. Además todos estaban contentos
porque al fin tendrán los beneficios de una carretera que les facilitaría la
comunicación terrestre.
Samuel era obrero de unos 25 años,
era uno de los llamados “ingenieros”, que como los demás usaba casco y sus
botas, lo que le daba personalidad de ingeniero. En una de las chozas vivía Leonila, una chica morena, de larga cabellera
y un cuerpo muy bien proporcionado.
Samuel comenzó a cotejar a la chica y esta se dejaba, la muy coqueta, pues se
trataba de un ingeniero y para la jovencita era una oportunidad. Después de
varias semanas, Leonila se sentía soñada y buscaba a todas horas a Samuel,
hasta que éste logró lo que deseaba, satisfacer su apetito sexual y después de
varios encuentros, para no comprometerse más le dio el cortón a la chamaca.
Ella, Leonila quedó muy triste y
desesperada, había dado todo a cambio de nada; creyó en Samuel y éste solo se
burló de ella por más que lo busca, Samuel la evadía y así la fue alejando de
su vida. Samuel se refugiaba temprano en el campamento, algo tenía, algo le
pasaba, ya no era el mismo joven alegre y dicharachero; parecía que estaba
enfermo. Enfrente del campamento había un árbol de guàsima, al que por las noches
comenzó a llegar un tecolote que emitía sus sonidos macabros en el marco de las
tinieblas. Eso ponía a Samuel muy
inquieto, le quitaba el sueño; pero una noche
de luna llena la presencia del tecolote si hizo más notoria y para Samuel más molesta, casi insoportable,
por lo que tomó un rifle, salió del campamento en busca del ave nocturna. De
pronto la vio posada en una de las ramas horizontales de la guàsima, apuntó y
disparó.
Al momento del disparó escuchó que
algo pesado había caído debajo de las ramas de la guàsima, se acercó y cuál
sería su sorpresa, era la misma Leonila de la que él se había burlado. Se
acercó para tomarla en sus brazos y levantarla, pero ya estaba muerta y fue tan
fuerte su impresión que su corazón dejó de latir, se infartó y cayó sin vida al lado de Leonila.
PARASICOLOGIA: Roberto y Emilia se casaron los dos eran
comerciantes, dedicados a la venta de calzado, para lo que viajaban
periódicamente León, Guanajuato para hacer surtirse y después vender su
mercancía entre amigos, familias y de esta forma se ganaban la vida.
Eso les permitía vivir de alguna
manera bastante cómoda, tenían su carro en el que viajaban y trasladaban su
mercancía; además eran conocidos entre los funcionarios de la ciudad de Xalapa,
lugar donde vivían. Procrearon dos hijos, la parejita y eran muy
felices. Cuando viajaban para surtirse de calzado los menores quedaban al
cuidado de la abuela materna.
Un 2 de Noviembre viajaron a León,
por la noche para hacer sus compras; pero cuando regresaban, a las 11:15 horas
sufrieron un accidente en la carrera y ambos murieron. En ese preciso momento
los hijos del matrimonio jugaban en el jardín de la casa y de pronto corrieron
hacía el zaguán de la casa, gritando
emocionados, “mamá”, “papa”.
Abrieron el portón, pero no había nadie. 30 minutos después la abuela recibía
una llamada telefónica de una comandancia de policía, y dieron el aviso de que Roberto
y la señora Emilia estaban muertos y que entre sus pertenencias encontraron el
número telefónico y por ello era urgente que los familiares se trasladaron al
lugar del accidente para la identificación oficial de los cuerpos.
Como usted observa, a las 11.15 horas
de esa fecha, los menores recibieron el aviso de la muerte de sus padres: Quizá
en el momento de la tragedia ambos pensaron en sus hijos, quienes recibieron el
mensaje parasicológico más rápido que
una llamada de celular, el poder de la mente.
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