miércoles, 31 de octubre de 2012

Punto y Coma



La parasicología y los nahuales,
A propósito de los Días de Muertos.

Por Luis González Romero

Allá por los años cincuenta llegó a la región de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, una empresa para construir un tramo de la carretera federal e instalaron  su campamento a unos 10 kilómetros e Tuxtla, en las inmediaciones de una ranchería compuesta por unas 100 familias. Todos los trabajadores se llamar “ingenieros “ y la gente del lugar los trataban como tales y se encargaban de prepararles los alimentos a cambios de unos cuantos pesos. Además todos estaban contentos porque al fin tendrán los beneficios de una carretera que les facilitaría la comunicación terrestre.
Samuel era obrero de unos 25 años, era uno de los llamados “ingenieros”, que como los demás usaba casco y sus botas, lo que le daba personalidad de ingeniero.  En una de las chozas vivía  Leonila, una chica morena, de larga cabellera y un cuerpo  muy bien proporcionado. Samuel comenzó a cotejar a la chica y esta se dejaba, la muy coqueta, pues se trataba de un ingeniero y para la jovencita era una oportunidad. Después de varias semanas, Leonila se sentía soñada y buscaba a todas horas a Samuel, hasta que éste logró lo que deseaba, satisfacer su apetito sexual y después de varios encuentros, para no comprometerse más le dio el cortón a la chamaca.
Ella, Leonila quedó muy triste y desesperada, había dado todo a cambio de nada; creyó en Samuel y éste solo se burló de ella por más que lo busca, Samuel la evadía y así la fue alejando de su vida. Samuel se refugiaba temprano en el campamento, algo tenía, algo le pasaba, ya no era el mismo joven alegre y dicharachero; parecía que estaba enfermo.  Enfrente del campamento  había un árbol de guàsima, al que por las noches comenzó a llegar un tecolote que emitía sus sonidos macabros en el marco de las tinieblas.  Eso ponía a Samuel muy inquieto, le quitaba el sueño; pero una noche  de luna llena la presencia del tecolote si hizo más notoria  y para Samuel más molesta, casi insoportable, por lo que tomó un rifle, salió del campamento en busca del ave nocturna. De pronto la vio posada en una de las ramas horizontales de la guàsima, apuntó y disparó.
Al momento del disparó escuchó que algo pesado había caído debajo de las ramas de la guàsima, se acercó y cuál sería su sorpresa, era la misma Leonila de la que él se había burlado. Se acercó para tomarla en sus brazos y levantarla, pero ya estaba muerta y fue tan fuerte su impresión que su corazón dejó de latir, se  infartó y cayó sin vida al lado de Leonila.
PARASICOLOGIA:  Roberto y Emilia se casaron los dos eran comerciantes, dedicados a la venta de calzado, para lo que viajaban periódicamente León, Guanajuato para hacer surtirse y después vender su mercancía entre amigos, familias y de esta forma se ganaban la vida.
Eso les permitía vivir de alguna manera bastante cómoda, tenían su carro en el que viajaban y trasladaban su mercancía; además eran conocidos entre los funcionarios de la ciudad de Xalapa, lugar donde  vivían.  Procrearon dos hijos, la parejita y eran muy felices. Cuando viajaban para surtirse de calzado los menores quedaban al cuidado de la abuela materna.
Un 2 de Noviembre viajaron a León, por la noche para hacer sus compras; pero cuando regresaban, a las 11:15 horas sufrieron un accidente en la carrera y ambos murieron. En ese preciso momento los hijos del matrimonio jugaban en el jardín de la casa y de pronto corrieron hacía el zaguán de la casa, gritando  emocionados, “mamá”,  “papa”. Abrieron el portón, pero no había nadie. 30 minutos después la abuela recibía una llamada telefónica de una comandancia de policía, y dieron el aviso de que Roberto y la señora Emilia estaban muertos y que entre sus pertenencias encontraron el número telefónico y por ello era urgente que los familiares se trasladaron al lugar del accidente para la identificación oficial de los cuerpos.
Como usted observa, a las 11.15 horas de esa fecha, los menores recibieron el aviso de la muerte de sus padres: Quizá en el momento de la tragedia ambos pensaron en sus hijos, quienes recibieron el mensaje parasicológico  más rápido que una llamada de celular, el poder de la mente.



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