(Este texto es para Jesús Blancornelas y Francisco Ortiz Franco y cien periodistas más que nunca podrán leerlo)
Quisiera comenzar esta charla con una anécdota del autor de El sueño de los héroes, hablo del creador de una vasta obra, el argentino Adolfo Bioy Casares quien provenía de una familia rica, lo que le permitió dedicarse exclusivamente a escribir; un día un joven estudiante le preguntó Maestro cuánto tiempo podría llevar a un escritor o periodista a triunfar o tener éxito, y Bioy Casares respondió: “Bueno, los primeros 40 años son difíciles”.
A 35 años les quiero decir que desde mis inicios como reportero a mediados de los setenta asumí el periodismo como una vocación y un compromiso: servir a mi país desde el periodismo. La fama, el éxito para mí son intrascendentes, por eso recuerdo las palabras de Gabriel García Márquez en su memorable discurso de
El escritor británico Gilbert Keith Chesterton solía decir que el periodismo es el trabajo de los que se quedaron sin profesión, en pocas palabras ‘aprendices de todo y oficiales de nada’. Con todos sus
asegunes, el maravilloso escritor Gabriel García Márquez estableció que “el periodismo es el mejor oficio del mundo” y el polaco Ryszard Kapuscinski llegó a ser más contundente: “Los cínicos no sirven para este oficio”. Tampoco es fortuito que
Por eso hoy quisiera decir que para mí la universidad de periodismo fue Manuel Buendía y después de las aulas la mejor universidad han sido mis padres y mis amigos: muchos de los que están aquí presentes y otros ausentes, como lo son decenas de periodistas, cuyo único delito fue testificar una realidad oprobiosa, víctimas que reflejan el peligro de la libertad de expresión misma.
Buendía sostenía que quienes creen haber llegado a la cumbre y piensan que se podrán instalar en ella un largo tiempo, son los que están exactamente en vísperas de comenzar su decadencia profesional. Las cumbres en el ejercicio periodístico son tan agudas
como la punta de una bayoneta. Por tanto es recomendable bajarse inmediatamente de ahí para continuar el áspero camino, pues ni siquiera en el último día de su vida, un verdadero periodista puede considerar que llegó a la cumbre de la sabiduría y la destreza. Decía Buendía: imagino a uno de esos auténticos reporteros en pleno tránsito de esta vida a la otra y lamentándose así para sus adentros:
“Hoy he descubierto algo importante, pero ¡lástima que ya no tenga tiempo para contarlo!”.
Buendía como Jesús Blancornelas al igual que Miguel Angel Granados Chapas y el propio Julio Scherer se han erigido en modelos y guías para sectores muy amplios de la sociedad. Por su compromiso en temas sociales y políticos lograron tener una enorme repercusión.
No se puede entender el periodismo sin ideales, esa es la lección de Buendía, aunque hay de periodistas a periodistas. En el gremio hemos tenido tres grandes mitos: Primero, la creencia en el paraíso celestial. Después los periodistas militantes que creían en una transformación socialista, que era creer en el paraíso terrestre. Y ahora a una gran mayoría de periodistas, como su servidor, sólo nos queda un mito, ¡el de la jubilación!
Para bien o para mal, persiste la idea de que el periodista como el intelectual puede ser el portavoz del pueblo y de la justicia lo cual bebe de una larga tradición. Por ejemplo, en Francia tres intelectuales simbolizan la libertad de expresión y el Derecho a saber. Émile Zola, tal vez el más emblemático. Thomas Mann dijo que Zola escribió ‘Yo acuso’ porque antes existió Voltaire.
Un artículo de Émile Zola en 1898, provocó una sucesión de crisis políticas y sociales inéditas en Francia que, en el momento de su apogeo en 1899, revelaron las fracturas profundas que subyacían en
El caso Dreyfus tuvo como origen un error judicial, sobre un trasfondo de espionaje y antisemitismo, en el que la víctima fue el capitán Dreyfus que marcó un hito en la historia del antisemitismo. Enjuiciado por un tribunal militar por el delito de alta traición, Dreyfus fue
“Hoy he descubierto algo importante, pero ¡lástima que ya no tenga tiempo para contarlo!”.
Buendía como Jesús Blancornelas al igual que Miguel Angel Granados Chapas y el propio Julio Scherer se han erigido en modelos y guías para sectores muy amplios de la sociedad. Por su compromiso en temas sociales y políticos lograron tener una enorme repercusión.
No se puede entender el periodismo sin ideales, esa es la lección de Buendía, aunque hay de periodistas a periodistas. En el gremio hemos tenido tres grandes mitos: Primero, la creencia en el paraíso celestial. Después los periodistas militantes que creían en una transformación socialista, que era creer en el paraíso terrestre. Y ahora a una gran mayoría de periodistas, como su servidor, sólo nos queda un mito, ¡el de la jubilación!
Para bien o para mal, persiste la idea de que el periodista como el intelectual puede ser el portavoz del pueblo y de la justicia lo cual bebe de una larga tradición. Por ejemplo, en Francia tres intelectuales simbolizan la libertad de expresión y el Derecho a saber. Émile Zola, tal vez el más emblemático. Thomas Mann dijo que Zola escribió ‘Yo acuso’ porque antes existió Voltaire.
Un artículo de Émile Zola en 1898, provocó una sucesión de crisis políticas y sociales inéditas en Francia que, en el momento de su apogeo en 1899, revelaron las fracturas profundas que subyacían en
El caso Dreyfus tuvo como origen un error judicial, sobre un trasfondo de espionaje y antisemitismo, en el que la víctima fue el capitán Dreyfus que marcó un hito en la historia del antisemitismo. Enjuiciado por un tribunal militar por el delito de alta traición, Dreyfus fue
mediático, un rock star.
De todo esto se nutre y se lleva en el ADN en el periodismo de investigación. Todos los días hay que aprender de estas lecciones.
Para los de mi generación y otras más influyó en buena medida el llamado nuevo periodismo, la novel no fiction. La difuminada frontera entre periodismo y literatura. Tom Wolfe, considerado el padre del nuevo periodismo que surgió hacia la mitad de la década de los sesenta, y que convulsionó el panorama literario norteamericano.
Para los Nuevos Periodistas de mi generación había que estar donde pasaban las cosas, así nos formamos los reporteros del desaparecido unomásuno, había que tomar contacto con la realidad, dejar atrás el escritorio, los boletines y la declaracionitis. Dar paso a la investigación. Cambiar el periodismo, como lo demostró ejemplarmente Truman Capote con su reportaje-novela A sangre Fría.
A pesar de estas aportaciones, el periodismo de investigación tiene raíces más profundas. Surgió en Estados Unidos a principios del siglo XX. El periodismo de investigación muy pronto encontró a un público lector cada vez más ávido y numeroso, fue bautizado en 1906 por el presidente T. Roosevelt, como “Mukrakers” (removedores de estiércol). No hubo rincón de la vida política y económica de las
grandes ciudades de Estados Unidos que no quedara cubierta por los periodistas de investigación. Reportajes y artículos sobre desfalcos en la bolsa de valores, de falsificación de patentes médicas o ilegalidades y atentados contra la salud pública de las empacadoras de carne, tenas en esos años, que presionaban a los protagonistas de los relatos. Los periodistas daban cuenta sobre la corrupción que privaba indistintamente en la sociedad estadounidense, fueron políticos o empresarios, trabajadores negros o blancos, ciudadanos en general, todos por igual, quebrantando o despreocupándose de las leyes.
Los pioneros del periodismo de investigación fueron los reporteros de McClure’s Magazine que desataron el escándalo de la compañía petrolera de John Rockefeller, la “Standard Oil”, en la que documentaban los manejos poco escrupulosos de los empresarios, de cómo destruía a sus competidores, con qué métodos se apropiaba de recursos naturales y compraba a los legisladores. (Aquí vale subrayar que en México cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia).
Esto demuestra que el periodista es un ser social activo, que en alguna medida ejerce un liderazgo social. Aun no proponiéndoselo, el periodista influye sobre las circunstancias, los hechos, las conductas políticas, sociales y económicas de su país. A contracorriente, como decía Buendía, ya es tiempo de que abiertamente se diga que la sociedad no tiene por qué apoyar a periodistas que han desertado de sus deberes esenciales y de sus compromisos frente a la misma sociedad, cuya inteligencia ofenden con un producto generalmente de
baja calidad ética, y cuyo sentido de justicia violentan con la calumnia, la injuria, la extorsión y la grosera alabanza bajo estipendio.
El periodismo de investigación es un compromiso social que tiene reglas claras y definidas. (Buendía dixit) Hablar de ética entre nosotros los periodistas es como mencionar el cilindro: casi todos afirmarían que lo pueden tocar, pero no muchos se ofrecerían como voluntarios para cargar con él.
El periodismo de investigación es un trabajo que se hace en solitario, requiere de disciplina intelectual, compromiso social, como un contrapoder pese a la autocensura por los intereses de los medios, es un trabajo de largo aliento y costoso porque requiere de mucho tiempo y paciencia, el periodista necesita de intuición, agudeza, ojos escrutadores, cultura, inteligencia, investigar no sólo requiere método, también es imprescindible contar con técnicas determinadas y con una estrategia adecuada para cada caso. Es armar un rompecabezas, dejar de lado las filtraciones, confirmar los datos con el mayor rigor, dejar de lado los rumores, apoyarse en documentos, saber desclasificar expedientes y un buen archivo y contactos en todos los ámbitos. Someter la información al máximo proceso de verificación. El periodismo de investigación se base en tres reglas: 1.- Debe ser un tema propio del periodista, 2.- Que sea un tema de interés público y 3.-
baja calidad ética, y cuyo sentido de justicia violentan con la calumnia, la injuria, la extorsión y la grosera alabanza bajo estipendio.
El periodismo de investigación es un compromiso social que tiene reglas claras y definidas. (Buendía dixit) Hablar de ética entre nosotros los periodistas es como mencionar el cilindro: casi todos afirmarían que lo pueden tocar, pero no muchos se ofrecerían como voluntarios para cargar con él.
El periodismo de investigación es un trabajo que se hace en solitario, requiere de disciplina intelectual, compromiso social, como un contrapoder pese a la autocensura por los intereses de los medios, es un trabajo de largo aliento y costoso porque requiere de mucho tiempo y paciencia, el periodista necesita de intuición, agudeza, ojos escrutadores, cultura, inteligencia, investigar no sólo requiere método, también es imprescindible contar con técnicas determinadas y con una estrategia adecuada para cada caso. Es armar un rompecabezas, dejar de lado las filtraciones, confirmar los datos con el mayor rigor, dejar de lado los rumores, apoyarse en documentos, saber desclasificar expedientes y un buen archivo y contactos en todos los ámbitos. Someter la información al máximo proceso de verificación. El periodismo de investigación se base en tres reglas: 1.- Debe ser un tema propio del periodista, 2.- Que sea un tema de interés público y 3.-
baja calidad ética, y cuyo sentido de justicia violentan con la calumnia, la injuria, la extorsión y la grosera alabanza bajo estipendio.
El periodismo de investigación es un compromiso social que tiene reglas claras y definidas. (Buendía dixit) Hablar de ética entre nosotros los periodistas es como mencionar el cilindro: casi todos afirmarían que lo pueden tocar, pero no muchos se ofrecerían como voluntarios para cargar con él.
El periodismo de investigación es un trabajo que se hace en solitario, requiere de disciplina intelectual, compromiso social, como un contrapoder pese a la autocensura por los intereses de los medios, es un trabajo de largo aliento y costoso porque requiere de mucho tiempo y paciencia, el periodista necesita de intuición, agudeza, ojos escrutadores, cultura, inteligencia, investigar no sólo requiere método, también es imprescindible contar con técnicas determinadas y con una estrategia adecuada para cada caso. Es armar un rompecabezas, dejar de lado las filtraciones, confirmar los datos con el mayor rigor, dejar de lado los rumores, apoyarse en documentos, saber desclasificar expedientes y un buen archivo y contactos en todos los ámbitos. Someter la información al máximo proceso de verificación. El periodismo de investigación se base en tres reglas: 1.- Debe ser un tema propio del periodista, 2.- Que sea un tema de interés público y 3.-
baja calidad ética, y cuyo sentido de justicia violentan con la calumnia, la injuria, la extorsión y la grosera alabanza bajo estipendio.
El periodismo de investigación es un compromiso social que tiene reglas claras y definidas. (Buendía dixit) Hablar de ética entre nosotros los periodistas es como mencionar el cilindro: casi todos afirmarían que lo pueden tocar, pero no muchos se ofrecerían como voluntarios para cargar con él.
El periodismo de investigación es un trabajo que se hace en solitario, requiere de disciplina intelectual, compromiso social, como un contrapoder pese a la autocensura por los intereses de los medios, es un trabajo de largo aliento y costoso porque requiere de mucho tiempo y paciencia, el periodista necesita de intuición, agudeza, ojos escrutadores, cultura, inteligencia, investigar no sólo requiere método, también es imprescindible contar con técnicas determinadas y con una estrategia adecuada para cada caso. Es armar un rompecabezas, dejar de lado las filtraciones, confirmar los datos con el mayor rigor, dejar de lado los rumores, apoyarse en documentos, saber desclasificar expedientes y un buen archivo y contactos en todos los ámbitos. Someter la información al máximo proceso de verificación. El periodismo de investigación se base en tres reglas: 1.- Debe ser un tema propio del periodista, 2.- Que sea un tema de interés público y 3.-
develar si hay algo oculto… Y una cosa muy importante: diferenciar lo público de lo privado.
Cito aquí un ejemplo del especialista en políticas públicas, el doctor Carlos Salazar Vargas quien de manera precisa y concisa expone las diferencias entre lo público y lo privado.
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