El hambre y la pobreza suelen confundirse con falta de ganas de trabajar y no con la falta de alimentos, servicios educativos y de salud. Es más se afirma que el hambre espía en la casa de los pobres, pero si la habitan personas trabajadoras, no se atreve a entrar. Desafortunadamente son más los que están seguros de que a un pobre, hambriento, paria o pordiosero, como se le quiera decir, la forma de apoyarlo es enseñándolo a trabajar: ¡no le des pescado, enséñalo a trabajar! dice el viejo refrán. No les den limosnas, dijo Marcos, ni dádivas, los líderes agrarios.
Bueno, habría que preguntarles ¿y en donde están los empleos para los pobres? ¿qué tiempo tardan en abrir las fuentes de empleo? Y mientras se resuelve el gran dilema macroeconómico ¿no es justo dar a los pobres comida y atención médica para evitar que se sigan muriendo?
Los empresarios solidarios con México y los mexicanos han expresado su respaldo a la Cruzada Nacional contra el Hambre del Presidente Enrique Peña Nieto y van a entrarle a la estrategia con ganas, apoyando con lo que puedan y como puedan, que todo esfuerzo es útil. Es una buena noticia y complementa la estrategia: enséñalo a pescar y dale empleo al pobre y mientras tanto, dale de comer y servicios de salud.
Cabe destacar que en la lucha contra el hambre y la pobreza desde hace muchos años vienen trabajando en forma silenciosa miles de personas e instituciones. A bote pronto cito dos ejemplos que conozco a la perfección:
- Fundación Gonzalo Ríos Arronte (http://www.fgra.org.mx/), que preside el prestigiado abogado Ignacio Morales Lechuga, que apoya proyectos de salud y brinda cobijo y cobijas a miles de desamparados.
- Restaurante Enrique del sur de la ciudad de México, de la familia Talavera, que desde hace muchos años obsequian alimentos y recursos a un convento para los menesterosos.
Ahora bien, como se sabe, el hambre se encuentra vinculada a la escasez de alimentos. Es aquí en donde deberán entrar los ejércitos agronómicos de la SAGARPA, gobiernos estatales y municipales, para que hagan a un lado la corrupción insaciable de los líderes y caciques agrarios y brinden a los pobres la oportunidad de sembrar y cosechar alimentos. Es aquí en donde existe una gran veta para brindar a los pobres empleos directos y oportunidades de progreso y alimentación, con la ventaja de que ¡ya no hay que contratar más agrónomos!, ya están en las oficinas gubernamentales: sólo hay que convocarlos, motivarlos, coordinar su esfuerzo y fijar metas tangibles alejadas de la ficción, rollos y corrupción.
Enrique Martínez (SAGARPA) y Rosario Robles (SEDESOL) tienen la palabra.
Enriqueta Vargas Herrera
Profesora e investigadora de la UNAM
28 de enero de 2013
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