Señoras y señores:
Como Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, me llena de orgullo y
satisfacción el reunirme hoy con ustedes para acompañarles en este día tan
especial de su vida.
La graduación de una nueva generación de Guardiamarinas, egresados de la
Heroica Escuela Naval Militar, es motivo de orgullo y de alegría, también, para
México.
Hoy, este plantel educativo de excelencia cumple su alta encomienda de preparar
y de poner al servicio de la Patria a jóvenes que han sido capacitados bajo los
más estrictos programas y formados, también, especialmente, con los valores más
elevados de la Marina Armada de México.
Felicito, sinceramente, a los 119 cadetes que hoy se gradúan como
Guardiamarinas y que concluyen un proceso intenso, que sé que exigió su entrega
total, su perseverancia y un profundo amor a México.
Éste es un momento de orgullo para ustedes. Y lo es, también, para sus padres,
para sus familiares, para sus vecinos, para sus amigos.
Es la primera vez que los vemos como oficiales, portando con dignidad el
uniforme y las insignias de graduados, que siempre habrán de recordarles el
aprendizaje durante estos cinco años de esfuerzo en la Heroica Escuela Naval
Militar.
Son 115 años ya, en que en esta institución se han formado los marinos del
país, mexicanas y mexicanos de excelencia, que han dado, invariablemente,
muestras de lealtad y de valor, que luchan y que ofrecen hasta la vida para
responder a las altas responsabilidades que la Nación les confiere.
Ejemplo de ello y de todos nosotros, es la Gesta Heroica del 21 de Abril de
1914, fecha en que oficiales y cadetes defendieron a Veracruz y a los mexicanos
del arbitrario ataque de la Marina estadounidense. Ese es el patriotismo, la
responsabilidad y el pundonor que han caracterizado a la Armada de México a lo
largo de su existencia.
Y hoy, que es la última ocasión que tengo el orgullo de encabezar esta
Ceremonia de Graduación, en calidad de Comandante Supremo de la Fuerzas
Armadas, quiero hacer una justa valoración del gran papel que ha desempeñado la
Marina Armada de México en la construcción de un México seguro y mejor, en donde
imperarán el orden y la paz.
Durante los últimos años, las mexicanas y los mexicanos, hemos sido testigos de
la generosidad con la que ustedes, nuestros marinos, brindan apoyo y protección
al pueblo de México y, en particular, muy especialmente, al pueblo de Veracruz.
Han realizado labores de auxilio y rescate en aquellos puntos de la geografía
nacional que han sido afectados por desastres naturales.
Ustedes han estado ahí, salvando vidas, reconstruyendo casas, atendiendo a los
enfermos y heridos, velando por las familias, reagrupando a los padres con sus
hijos, instalando albergues para socorrer a los damnificados, entregando
artículos de primera necesidad.
Y con el Plan Marina, han apoyado a comunidades, lo mismo en Oaxaca, que en
Jalisco, en Colima, en Tabasco, en Guerrero, en Veracruz, en Chiapas y en
muchas otras entidades que han sufrido en estos años los embates de la
naturaleza.
Y en estos años, también, ustedes han acudido al llamado de auxilio de los
ciudadanos en la lucha que estamos dando por la seguridad y la paz con justicia
en nuestro querido México.
Ante una criminalidad que busca oprimir y explotar al pueblo de México, que
quiere pisotear nuestras libertades y que avanzaba impunemente a pasos
agigantados en la corrupción y control de las instituciones, teníamos que
actuar con decisión y con determinación antes de que fuese demasiado tarde para
México.
Y teníamos que hacerlo con la valentía y con la decisión, con la que ustedes,
marinos de México, lo han hecho; al enfrentar a la delincuencia e imponer el
orden y la ley.
Un Gobierno verdaderamente comprometido con su pueblo, no puede permanecer
impasible ante el sufrimiento de la gente.
La obligación constitucional, la obligación ética, la obligación política de
todo gobernante, es cumplir y hacer cumplir la ley para defender a la
población. Se trata de un imperativo categórico y absoluto.
Además, es claro que, de habernos
quedado cruzados de brazos, quizá, en este momento, la criminalidad ya hubiera
carcomido las instituciones del Estado mexicano, que se encontraban en amenaza
de deterioro crónico.
De ese tamaño era el problema y el
desafío que enfrentábamos. Y de ese tamaño, también, los riesgos y las
consecuencias de la inacción. De ese tamaño fue, también, la respuesta, el
valor, el esfuerzo, el sacrificio, que han realizado ustedes, los marinos de
México.
En el caso particular de este gran
Estado de Veracruz, ha sido la Marina Armada de México la guardia y férrea
protectora de las familias veracruzanas. Ha estado ahí, enfrentando a los, que
avanzaban impunemente sobre sus familias.
Ha realizado la captura de los
criminales más poderosos y más violentos que haya conocido Veracruz en décadas,
y pertenecientes a diversos grupos del crimen organizado, y que se habían
enquistado en este estado durante años, a la sombra de la corrupción y la
complicidad.
Pueden estar seguros de que, a
pesar de la adversidad que nos ha tocado vivir, las mexicanas y los
mexicanos del mañana recordarán estos días como el momento en el que el país
comenzó a romper las cadenas que lo querían atar a la criminalidad, a la inseguridad
y a la violencia.
Y los mexicanos del mañana sabrán
que esto fue posible, gracias al heroísmo y la entrega de nuestra Marina
Armada de México, que todavía, el mismo día de ayer, capturó a alguno de los
delincuentes más peligrosos y más violentos que asolaban a Veracruz y a una
buena parte de México.
Nunca tendremos cómo retribuir
plenamente todo lo que los marinos hacen por México. Pero lo que sí puedo
asegurarles es que durante el mandato que he tenido el honor de encabezar, me
he esmerado en velar por las mujeres y los hombres de mar, y por el bienestar
de sus familias.
En lo que va de esta Administración se hemos otorgado miles y miles de becas
para que las hijas e hijos de los marinos de México puedan seguir su
preparación académica en el bachillerato o en la universidad pública o privada
de su preferencia.
Hemos proporcionado más de 10 mil créditos hipotecarios, para que los
integrantes de la Armada puedan adquirir finalmente una casa propia, y hemos
incrementado el valor real de los ingresos del personal de marinería en casi un
60 por ciento.
Todo ello, en un justo reconocimiento a su ardua labor y a los grandes
sacrificios que ustedes realizan.
Hemos hecho un esfuerzo singular para mejorar el equipamiento de la Marina
Armada con nuevas estaciones de búsqueda y rescate; con la adquisición de
modernos helicópteros y aviones, de patrullas interceptoras, patrullas
oceánicas, patrullas de mar territorial y buques de aprovisionamiento
logístico, los más grandes que haya construido la Secretaría de Marina, y que
son orgullo de la industria naval mexicana.
En esta Administración, hemos proveído el apoyo logístico en helicópteros, en
aviones, en patrullas, en barcos, más grande que haya recibido la Armada de
México por parte de una Administración Federal.
Hoy, nuestra Armada cuenta con mejores herramientas para servir con eficacia a
nuestro país.
Jóvenes Guardiamarinas:
El día de hoy, se unirán a la tradición heroica de una noble institución. Éste
es el día en que se convierten, finalmente, en graduados, en Guardiamarinas, y
reciben el Sable de Mando, símbolo de liderazgo, la valentía y la lealtad con
que los marinos han sabido actuar en defensa de los más caros intereses de la
Patria.
Usen ese sable para defenderla. Usen ese sable, siempre, para el bien.
Recíbanlo en momentos en los que México requiere de sus mejores hijas e hijos,
para hacer frente a retos de gran complejidad, retos en los que se ha puesto a
prueba la fortaleza de las instituciones del Estado, y retos que,
afortunadamente, el Estado ha venido enfrentando y superando con éxito en estos
años.
Busquen y busquen siempre, todos los días, el sentido de su existencia, el
sentido de su vida, y llénenla, llénenla siempre de ese sentido. Busquen y
encuentren el sentido de la vida, que es, a final de cuentas, la felicidad. Y
sepan que la felicidad se encuentra en hacer el bien.
Busquen, y encuentren siempre el bien de los demás. Amen y sirvan a la Patria y
defiéndanla; y encuentren, ahí, el sentido de realización personal y el sentido
de bien que todo hombre o mujer necesita para vivir con alegría, con paz y con
dignidad.
La labor que desempeñarán a partir de ahora en misiones y tareas que les serán
asignadas, será de la mayor relevancia. No podía ser menos. Y su liderazgo será
vital para auxiliar a nuestro México y a sus familias en tiempos de peligro. Su
lealtad y su valor serán indispensables para hacer frente a quienes pretendan
imponer sus intereses mezquinos por encima de los intereses legítimos del
pueblo; y su patriotismo será la carta de navegación que los lleve a buen
puerto ante la adversidad.
A partir de ahora tendrán, más que nunca, el deber de honrar la confianza que
se deposita en ustedes por parte de los mexicanos. Ahora, son ustedes custodios
de la Nación. Nada menos. Y, por tanto, responsables de emular en cada acto de
su vida y de su servicio en las Armas, las hazañas de quienes nos han precedido
y de enaltecer su uniforme mediante una entrega completa.
Háganlo sabiendo que el pueblo de México quiere a los marinos y que la Patria
habrá de reconocer, a través de ese pueblo, su gran esfuerzo.
Sirvan a la Patria. Honren así a sus padres. Sirvan a la Patria, y honren así
el uniforme que gallardamente portan.
Y recuerden siempre, siempre, que no tendrán otra cosa más valiosa que
heredarle a sus hijos, que los valores que les puedan inculcar, su honor y su
buen nombre, que sólo puede preservarse actuando con honradez, con dignidad y
con patriotismo.
Marinos de México:
La vida me ha dado el privilegio de ser su Comandante Supremo por encargo del
pueblo, y de estar al lado de ustedes y de trabajar hombro con hombro, por el
bien de los mexicanos en tiempos de prueba, en tiempos de alegría y de
tristeza, en tiempos de desafío.
Y en todos esos momentos, yo les agradezco su fortaleza y su disciplina. Ha
sido y es un orgullo comandar a una Armada profesional y eficaz, siempre leal a
México y a los mexicanos.
Y, nuevamente, agradezco al Almirante Mariano Francisco Saynez Mendoza y a todo
el personal a su mando, por su lealtad a México y al Gobierno de la República.
Efectivamente, el más grande honor que pueda tener un mexicano es servir a la
Patria. Y ese honor, que es, a la vez, deber, es doble cuando se sirve a la
Patria en tiempos de dificultades.
Es un honor comandar un navío en aguas tranquilas, pero es doble honor
comandarlo, precisamente, en tiempos de dificultad y de tormenta.
Y por ese honor, yo les instruyo que sigan a lo largo de su vida sirviendo a
México sin titubeos. Sirviéndolo en todo momento, soñando en todo momento con
el México que viene, que habrá de ser un México justo, próspero, seguro,
libre, limpio y democrático.
Un México que sólo ha sido posible construirlo por generaciones enteras, con
lealtad, con valor y patriotismo.
Y cuando la Nación los llame a su
servicio, siempre den un paso al frente. Siempre sean ustedes, marinos, los que
defiendan a esta Patria, que los llama al deber hasta el límite de sus fuerzas.
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