sábado, 19 de octubre de 2013

¿Qué debe hacer un estudiante para ganarse un auto? En Pachuca, humillarse: besarlo durante 76 horas


 Por: Redacción / Sinembargo - octubre 19 de 2013 - 0:03 De revista, México, Radio Nederland, TIEMPO REAL, Último minuto - 17 comentarios   Estudiantes humillados. Foto: Radio Nederland Por Noé Alí Sánchez Navarro Ciudad de México, 19 de octubre (SinEmbargo/Radio Nederland).– Son pocos los jóvenes que logran ingresar a la universidad y aquellos que lo hacen, deben esforzarse enormemente para mantenerse, alcanzar un buen promedio para tramitar alguna beca y en algunos casos trabajar a la par de los estudios para poder costearlos. Ser universitario es toda una aventura. Más allá del esfuerzo académico que esto implica, deben sortearse día a día otras cuestiones que hacen el recorrido hasta la vida profesional un camino demasiado escabroso. El rezago educativo en México puede verse a través de la deserción escolar, la gran mayoría de los niños que comienza la educación básica no logran concluir una carrera profesional. Dos de los principales motivos de que esto ocurra son: primero, la falta de recursos económicos, ya que los costos de las universidades, tanto públicas como privadas, son demasiado altos; y el segundo, que no existen plazas suficientes en las universidades públicas para que todos los jóvenes que desean estudiar una carrera lo puedan hacer. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 1.7% de los jóvenes no cuenta con ninguna instrucción académica, el 15.7% cuenta con primaria y el 36.5% con secundaria. Respecto a estudios profesionales o de posgrado, son el 24.4%. Según datos de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), México es un país con uno de los porcentajes más altos de jóvenes que no estudian ni trabajan. El primer país es Turquía, seguido de Israel y México. A través del Informe Panorama de la Educación 2013 de la misma organización, se destaca que el 24.7% de los jóvenes no tienen trabajo ni están inscritos en la escuela. La Encuesta Nacional de Valores en Juventud preguntó: ¿Para qué estudiar? Los jóvenes respondieron de la siguiente manera: el 53.5% dijo que estudiando podrá conseguir un buen empleo, el 17.6% considera que el estudio le proporcionará  un buen desarrollo profesional, y en menor porcentaje están aquellos que dicen que ganarán dinero y adquirirá prestigio, 9.3% y 1.2%, respectivamente. Un dato revelador de la misma encuesta es que casi todos los jóvenes encuestados consideraron que tener una carrera profesional vale la pena, el 93.9%. Sólo el 4% se pronunció en contra. A pesar de la dificultad que conlleva realizar una carrera profesional, ya sea en una universidad pública o privada, los jóvenes que tienen los medios han optado por hacerlo, aunque conscientes de que al terminar sus estudios el panorama es aún más complicado y desalentador, han apostado por la educación como la llave que abre el futuro. BESANDO UN AUTO En los últimos años, grupos de la sociedad civil, empresas y el mismo gobierno, han realizado programas con el objetivo de estimular el quehacer académico de aquellos que se encuentran estudiando y tienen buenas calificaciones. Algunos de estos programas incluyen el sorteo de becas, computadoras, dinero y automóviles. De manera reciente, en la Feria de Pachuca, Hidalgo, se convocó a 60 estudiantes que tuvieran buenos promedios a participar en un concurso, y el primer premio consistía en un automóvil. Lo singular (e indignante) del concurso, es que los estudiantes tenían que besar la carrocería de un automóvil el mayor tiempo posible, resultando ganador el que más tiempo lo hiciera. La “maravillosa” idea de concurso bajo el nombre de “Besando un auto”. El concurso despertó la indignación y el enojo de algunos usuario de la redes sociales, la misma dinámica de la competencia se posicionó en Twitter bajo el “hashtag” #BESANDOUNAUTO. Estudiosos, académicos y el mismo presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Hidalgo (CDHEH), José Alfredo Sepúlveda Fayad, manifestaron su preocupación por este tipo de concursos, que calificaron de denigrante. Ante la crítica, los organizadores respondieron que se trataba de un concurso que promovía los valores. Sí, leyó usted bien, en México se promueven los valores de los jóvenes con mejor rendimiento académico poniéndolos a besar automóviles. Seguramente habrá quien diga que los participantes tienen suficiente edad para haber dicho que no, pero la actividad va más allá de lo evidente, refleja la necesidad económica de uno de los grupos más vulnerables de la sociedad, y también representa la total lejanía del gobierno de las realidades y necesidades de los jóvenes. Lo pongo en otra perspectiva, si se trataba de promover valores para jóvenes destacados, ¿no hubiera sido mejor que participaran en algún proyecto de investigación, científico o comunitario? ¿no dejará mayor experiencia promover actividades académicas en lugar de concursos que literalmente te ponen en el suelo a besar un pedazo de carrocería? Le pido que veamos el fondo, no se trata del premio, se trata del significado que todo esto contiene. Una cosa más: el concurso se estableció como parte de los organizadores con el motivo de romper el récord Guinness, que le pertenecía a Alemania, y ¿qué pasó? Pues los mexicanos rompieron el récord. México pasará a la historia por ser el país cuyos jóvenes más destacados han permanecido más tiempo besando un automóvil. 76 horas para la historia. Aunque algunos pudieran pensar que es un hecho sin importancia o aislado, lo sucedido en la feria de Pachuca debe de preocuparnos y mucho. Si bien la actividad fue realizada por la promotora que organiza la feria, contó con la aprobación y promoción del gobierno, eso es lo más delicado. Los jóvenes mexicanos necesitan de estímulos y espacios verdaderos, el camino para obtener algo que se quiere no debe de poner en juego la dignidad de las personas. Es muy triste que nuestras metas estén pensadas para romper récords a través de la humillación, ojalá que algún día podamos ser el país que rompa todos los récords en calidad, inclusión e inserción educativa. Eso sí sería motivo de festejo.

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