TRAS
BAMBALINAS
Por JORGE OCTAVIO OCHOA
Conforme avanza el proceso definitivo de la calificación presidencial,
el trabajo realizado por el IFE hasta el momento ha dejado nuevamente un agrio
sabor de insatisfacción en la sociedad.
Al menos un cuarto del electorado que votó, es decir 15 millones de
personas, piensa que el Instituto Electoral no cumplió cabalmente con sus
funciones.
A su vez los partidos, principalmente los de la mal llamada “izquierda”
mexicana, piensan que el instituto fue omiso, que actuó de manera parcial y que
sus consejeros se plegaron a algún tipo de acuerdo oscuro.
Para el sector privado, el IFE deja también un mal sabor de boca pues,
lejos de ser un organismo garante de las libertades políticas, se volvió un
ente asustadizo y acorralado, que permitió el insulto, la difamación y la
provocación de la violencia.
En suma, el trabajo del IFE nuevamente deja ha dejado mucho qué desear y
el sólo enunciado es grave, pues se trata de una de las instituciones más
costosas del andamiaje político en nuestro país.
Gastar 16 mil millones de pesos y quedar con este ambiente de zozobra
es, por decir lo menos, un despilfarro. Por lo pronto se convierte en un
llamado de alerta sobre la urgencia de analizar nuevamente la ley electoral en
nuestro país.
El IFE informó ayer que en lo que va del año ha resuelto 24 de 222
procedimientos de quejas recibidas, es decir 11 por ciento del total. Según el
Instituto, 198 denuncias de partidos están siendo desahogados, de acuerdo con
la complejidad de cada caso y de conformidad con las disposiciones de ley.
Tanta lentitud en momentos de emergencia, se convierte en tortura.
Con justo derecho, las empresas Monex y Soriana se quejan de los spots
de la llamada “izquierda”, porque las denigra al acusarlas de la presunta
compra de votos a favor del PRI, hecho que no ha sido demostrado judicialmente.
Esto menoscaba la imagen, honra y reputación de dichas empresas.
En fin, el hecho es que todo mundo quedó inconforme. Millones de jóvenes
se sintieron burlados; cientos de ancianos piensan que ya no tendrán los apoyos
mensuales que alguien les prometió.
Hay una especie de desamparo, porque la poca claridad del IFE y las
omisiones, se convirtieron en vaso medio vacío que el tsunami electoral
rápidamente desbordó.
Meses antes de la contienda, podían verse enormes avenidas de la ciudad
de México tapizadas con pendones del PT, cual plaza roja en día de desfile
militar.
Luego se abrió el despliegue aéreo de Peña Nieto, ocupando cuanto
espectacular podía mirarse en el Viaducto.
Las encuestadoras hicieron su agosto, contratadas por uno y otro
partido, hinchando las alforjas de sus propietarios y otorgándoles un poder que
nunca debieron tener.
Desapareció un diputado federal involucrado con el narcotráfico y el IFE
nunca habló, ni para bien ni para mal, del caso.
Poco a poco, todo el país se fue sumiendo en el escenario de Crónica de
una Muerte Anunciada, donde sólo Andrés Manuel López Obrador era el único que
no sabía que no iba a ganar.
Con una impudicia que los pseudo demócratas aplaudieron, López Obrador
repartió cargos como moderno Jesucristo distribuyendo el pan y el vino, porque
el poder es para eso.
Los presuntos favorecidos hoy se sienten engañados y Javier Jiménez
Espriú, empresario a quien López Obrador le regalaba la Secretaría de
Comunicaciones y Transportes, hoy dice que la justicia electoral no es ciega,
sino “palaciega” porque se acuerda y se resuelve en Los Pinos.
Así le añade una palada más de tierra a la tumba del IFE y del Tribunal
Electoral.
El hecho es que, a la mirada distraída del mundo, que está más puesta en
los juegos olímpicos y en sus propias desgracias como el terremoto en la
eurozona, somos un país de cínicos.
México es el país donde una década se lavaron 7 mil millones de dólares
a través de un banco y cuando se supo la verdad, no pasó nada.
México es el país donde sus políticos discuten todavía si el
narcotráfico y el crimen organizado no ha tocado todavía a las instituciones
pero un ex gobernador admitió ya todas sus culpas, otros dos están bajo
investigación, la hermana de una ex secretaria de Estado está en la cárcel por
participar en delitos de secuestro y un diputado federal anda prófugo luego de
que huyó en las narices de todos.
México es visto como un país de cínicos y otra vez estamos en el filo de
la violencia.
Ya hay una “Coordinadora Nacional contra la Imposición”. Dicen que son
más de 130 organizaciones de todo el país.
Su objetivo principal: evitar que Enrique Peña Nieto asuma el poder y
uno se pregunta ¿entonces qué va a pasar?
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