viernes, 30 de noviembre de 2012

GNOMOS, DUENDES Y CHANEQUES,


Ubaldo alvarez Melchor.

EL SEXENIO DE LA MUERTE.

El más grande enemigo de la verdad es el silencio.

POR FIN acaba hoy el sexenio más nefasto en la historia contemporánea de México. Hagamos votos porque mañana no inicie otro sexenio funesto, cmo los que hemos padecido desde que en 1982 los Chicago-boys, tecnócratas o neoliberales iniciaron la embestida para destruir el estado de bienestar y erigir el imperio del capitalismo salvaje.

Con Felipe Calderón Hinojosa se cumplen tres décadas perdidas en estew experimento cruel del modelo económico basado en las alucinantes doctrinas de Harvard, aplicado mediante un sistema político que favoreció a empresarios depredadores y empobreció a las masas, dejando una estela de destrucción física, social y moral.

Enrique Peña Nieto recibe las ruinas de lo que fue un país en vías de desarrollo, con economía mixta, rectoría del Estado y con prestigiado liderazgo reconocido en Hispanoamérica y en el mundo.

Los hechos nos remiten a un panorama de fracaso, derrota y frustración: de productor de petróleo y granos,
México es importador de combustibles y de alimentos; el ´desempleo y la pobreza crecieron exponen esencialmente, en la medida en la que han persistido la toszudez y la codicia.
Los escalofriantes niveles de la corrupción, que superó en 12 años los vicios de la era tricolor, palidecen ante la terrorífica cifra de muertos por la "guerra" contra el narcotráfico: 85 mil, según estimaciones moderadas pero que se queda corta ante la hipótesis reveladora de Humberto Moreira Valdés.

 Angustiado por la ejecución de su hijo, afirmó que podían ser 250 mil; sí, leyó bien, lector, un cuarto de millón de vidas humanas sacrificadas en un holocausto estéril, ante el doble discurso de los dueños del poder en Estados Unidos, que mientras exigen  limpiar
el "patio trasero", en casa legalizan la producción y consumo de estupefacientes.

Emergió del primer fraude electoral del siglo XXI -con la complicidad tricolor y del IFE-; protagonizó una toma de protesta grotesta al entrar y salir de la Cámara de Diputados por la puerta trasera; desesperado en sus ansias de legitimación, sin planeación, estrategia o la mínima chispa raciocinio- arrojó a los mexicanos al pozo sin fondo de la muerte; incapaz de involucrar a los gobernadores en esta lucha frontal,  exacerbó la violencia y desgastó
innecesariamente a las fuerzas armadas. En lugar de cortarlos flujos de recursos económicos al viejo régimen, lo revitalizó y tuvo que devolverle el poder. Los aciertos de su gobierno -que los hubo en materia económica, carretera y respeto a la libertad de expresión, entre otros rubros- pasaron inadvertidos ante la contundencia del clima violento que generó.

Parece cruel paradoja peo quien extinguió la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, enviando a la calle a 65 mil trabajadores y empleados de confianza, aceleró con sus desaciertos otra extinción, la del Partido Acción Nacional, relegado a tercera fuerza electoral y a la incómoda posición de tener que persistir en alianzas circunstanciales con su acérrimo adversario: el Partido de la Revolución Democrática.

El destino impidió a Calderón imponer como sucesor en la presidencia a un español, Juan Camilo Mouriño; pero sus fracasos se cargan a su cuenta personal. Pasará a la historia, pero no como un personaje ilustre, sino como la versión mexicana del griego Eróstrato, que se hizo incendiario para lograr fama imoversal a cualquier precio.
hosiriuses1@yahoo.com.mx
uamtalib@hotmail.com  

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