viernes, 30 de noviembre de 2012

ULTIMA INAUGURACION QUE HIZO CALDRON



            Quién hubiera imaginado que en este lugar, que durante años albergó a un gigantesco complejo industrial, la Refinería 18 de Marzo, la conocida Refinería de Azcapotzalco, hoy esté bellamente convertido en el segundo parque más grande de la ciudad más grande del mundo, que es la Ciudad de México.
             Hace apenas algunos años, cuando recorrimos lo que quedaba de la refinería aquí, con los Secretarios de Medio Ambiente, de Energía, de Desarrollo Social, con los directivos de PEMEX, con las autoridades de Miguel Hidalgo, estuvimos aquí, para conocer el proyecto del Parque Bicentenario.
             Y sembré un árbol, recuerdo, en aquella ocasión, que debe estar ahí todavía, un ahuehuete. Y a ver si hay tiempo y lo podemos ir a ver. Pero el propósito de aquél entonces, amigas y amigos, era muy claro y el reto enorme.
             El poder convertir este suelo contaminado, sucio. Este lugar, que era muy feo y desagradable, convertirlo en un espacio público, en un parque donde la gente pudiera salir a pasear con sus familias, practicar deporte. Y saludo, también, a los deportistas que veo aquí. Maratonistas, por aquí.
             Y, también, queríamos que el parque fuera un símbolo, fuera un símbolo del cumpleaños de México, del Bicentenario de la Independencia de nuestro querido país. Queríamos celebrar el año del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución, con un parque que fuera símbolo de nuestro compromiso con el cuidado del medio ambiente.
             Y para lograr la meta, tuvimos que hacer una de las obras de saneamiento más importantes del mundo. En aquella época, recuerdo muy bien, una firma, una consultora alemana, llegó a considerar el saneamiento de la Refinería de Azcapotzalco, o sea, la limpieza del suelo, el quitarle toda la gasolina que estaba ahí, todos los materiales contaminantes, el saneamiento de la Refinería de Azcapotzalco, como el saneamiento más importante de una refinería que se tenía registro en el mundo.
             Tuvimos que acelerar la limpieza de miles de toneladas de tierra que estaban impregnadas de diversos contaminantes. Yo recuerdo que llegamos a encontrar gasolina hasta casi nueve o 10 metros de profundidad. Teníamos que limpiar más de un millón de metros cúbicos de tierra.
             Y a ello nos dedicamos años enteros, a limpiar la tierra para que nadie que pisara este lugar pudiera sentir en su salud los efectos de esa contaminación.
             Como bien ha dicho el Secretario Elvira, aquí pudieron haberse construido condominios, como se construyen tantos en la Ciudad de México o fábricas, o, simplemente, dejarlo como un terreno abandonado, pero aún así estaría contaminando a la gente que lo visitara, incluso, a la población aledaña al parque.
             Y nosotros limpiamos estas 55 hectáreas, estos 550 mil metros cuadrados que ahora tiene el Parque Bicentenario.
             Y una vez limpiado todo el piso, el reto fue construir el parque. Y no se trataba de cualquier parque, sino de un espacio arquitectónico de vanguardia, con áreas verdes dedicadas al deporte, pero, también, dedicadas a la ciencia, dedicadas a la recreación.
             Hace dos años, en el marco de los festejos del Bicentenario de nuestra Independencia inauguramos, finalmente, la primera etapa de este espacio, que abarcó 33 hectáreas. Y fue un gran día para todos.
             Inauguramos, por ejemplo, el orquidario, fabuloso, que se construyó donde era uno de los pozos, donde se almacenaba petróleo y gasolina.
             Construimos centros que reproducen los ecosistemas de México, grandes espacios donde se reproducen, por ejemplo, el desierto, la montaña alta con sus coníferas, y se reproduce el clima y la humedad.
             Y reprodujimos, también, un espacio selvático. Recuerdo que ahí hay, por ejemplo, una ceiba, una ceiba enorme que sale por encima del techo de ese espacio.
             Y me da mucho gusto que hoy, en sólo dos años, lo que faltaba, esta segunda y final etapa del Parque Bicentenario, esté ya construida y dispuesta para el público.
             Me da gusto que en estos dos años este gran espacio, el Parque Bicentenario, se haya convertido ya en uno de los espacios favoritos de las familias del Distrito Federal, para convivir, para hacer deporte y para conocer y disfrutar de la naturaleza.
             Me da gusto saber, por ejemplo, que en estos dos años han sido ya dos millones las personas que hayan venido a disfrutar este parque. Una cifra, verdaderamente, fundamental, en una ciudad que necesita tanto los espacios verdes, como es la Ciudad de México, y que ha quedado restringida a lo largo de décadas, precisamente, por las calles, por el entorno urbano, por los edificios.
             Hoy, es motivo de una gran satisfacción. Y, además, me da mucho gusto y agradezco que el último de mis eventos públicos como Presidente de la República, la última de las obras que yo entregue al pueblo de México sea la segunda etapa, plenamente terminada, del Parque Bicentenario.
             Es motivo de una gran satisfacción, no sólo como Presidente, sino como amante de la naturaleza, poner en operación la segunda etapa de este parque, que abarca otras 22 hectáreas. Y, en total, son 55 hectáreas, 550 mil metros cuadrados, sobre las que se extiende este majestuoso  parque que, para que se den una idea, amigas y amigos, es 10 veces más grandes que el Zócalo de la Ciudad de México.
             Y así, amigas y amigos, hoy cumplimos la promesa de entregar al pueblo de México el Parque Bicentenario, símbolo de nuestro compromiso con el medio ambiente, de nuestro respeto por la naturaleza, de nuestro deseo de promover la convivencia armónica de las familias y la práctica del deporte de los mexicanos, y de nuestra convicción de que, sólo mediante la conservación y el aprovechamiento de nuestros recursos naturales, podremos heredar a nuestros hijos un México que nos dure para siempre.
             Yo quiero expresar, nuevamente, mi reconocimiento, primero a PEMEX, por haber entregado este espacio para las familias mexicanas y por haber pagado la limpieza del suelo. Le tocaba, desde luego, a PEMEX, porque en esto, el principio es: el que ensucia, tiene que limpiar.
             PEMEX pagó la remediación. Fueron varios cientos, más de mil millones de pesos, para limpiar el suelo de lo que fue la Refinería 18 de Marzo. Y, gracias al trabajo de ingenieros, de técnicos, de trabajadores, hoy, contamos con un espacio absolutamente libre de contaminantes y que no representan ningún riesgo para la gente que venga a visitar el parque.
             Algo que vale la pena destacar, es que para la concepción de este parque contamos con la valiosa participación de especialistas de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México.
             Y muy especialmente, quiero agradecer a los más de mil 600 trabajadores que durante estos años han dado su mejor esfuerzo para construir este espacio verde, donde las familias capitalinas puedan convivir, hacer deporte y disfrutar de la naturaleza.
             Este proyecto pone muy en alto el nombre de México y su compromiso con el medio ambiente.
             Hoy, todos los mexicanos, en particular los habitantes de esta gran Ciudad de México, pueden gozar de este espacio abierto, verde, para la recreación al aire libre. Un espacio que nos permite apreciar la gran diversidad biológica con la que cuenta nuestro querido México.
             Los visitantes pueden conocer los diferentes ecosistemas que existen en nuestro país, la vegetación y las especies animales que lo habitan.
             Miren, aquí hay casi cinco mil árboles de diferentes variedades, muchas de ellas especies endémicas de nuestro México. Por ejemplo, el encino rojo; el ahuehuete, también, conocido como Sabino, el pino Moctezuma y muchas variedades de pino. México es el país que más variedades de pino tiene en el mundo, por cierto.
             Para embellecerlo aún más, el parque contará con 50 cerezos, que fueron un regalo, un hermoso regalo, por cierto, del pueblo japonés, en conmemoración de los 400 años de relación entre nuestros países.
             Y algo muy importante. Todo esto es posible a partir de un modelo de operación sustentable.
             Por qué.
             Porque, además, de aprovechar la energía solar para su operación, para su riego utilizamos el agua de lluvia. Lo que llueve aquí en el parque se recupera, y eso nos sirve para regar en tiempos de secas.
             Usamos, también, agua tratada para riego. No usamos agua de los pozos de la Ciudad de México, por ejemplo, sino agua que ya fue usada en las casas, en las fábricas. La limpiamos y esa agua se usa, precisamente, para regar este bello parque, con lo cual evitamos el daño al acuífero del Valle de México.
             Además, va a ser uno de los pulmones más importantes de la ciudad, sobre todo, una vez que crezcan estos cinco mil árboles que están aquí plantados.
             El Parque Bicentenario va a contribuir, también, a la sustentabilidad hídrica del Valle de México, por, precisamente, la capacidad de recuperación que tiene de toda el agua que llueva en esta superficie.
             Se trata, amigas y amigos, de un ejemplo de cómo sí es posible operar infraestructura recreativa en la ciudad en perfecta armonía con el medio ambiente.
             Éste es un ejemplo, amigas y amigos, un ejemplo de desarrollo humano sustentable. Cómo donde había una refinería que contaminaba el agua, el suelo y el aire, hoy hay un parque, donde miles y miles de familias, y, de hecho, ya dos millones de mexicanos han venido a hacer deporte, a tener un espacio de convivencia sana con la familia. Qué bueno que sea así.
             El Parque Bicentenario, amigas y amigos, es un modelo de saneamiento de contaminación industrial que se convierte en un espacio limpio y en un espacio verde.

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