viernes, 27 de julio de 2012

EGRESA NUEVA GENERACION DE GUARDIAMARINAS, EN PRESENCIA DEL PRESIDENTE CALDERON


Señoras y señores:

            Como Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, me llena de orgullo y satisfacción el reunirme hoy con ustedes para acompañarles en este día tan especial de su vida.

            La graduación de una nueva generación de Guardiamarinas, egresados de la Heroica Escuela Naval Militar, es motivo de orgullo y de alegría, también, para México.

            Hoy, este plantel educativo de excelencia cumple su alta encomienda de preparar y de poner al servicio de la Patria a jóvenes que han sido capacitados bajo los más estrictos programas y formados, también, especialmente, con los valores más elevados de la Marina Armada de México.

            Felicito, sinceramente, a los 119 cadetes que hoy se gradúan como Guardiamarinas y que concluyen un proceso intenso, que sé que exigió su entrega total, su perseverancia y un profundo amor a México.

            Éste es un momento de orgullo para ustedes. Y lo es, también, para sus padres, para sus familiares, para sus vecinos, para sus amigos.

            Es la primera vez que los vemos como oficiales, portando con dignidad el uniforme y las insignias de graduados, que siempre habrán de recordarles el aprendizaje durante estos cinco años de esfuerzo en la Heroica Escuela Naval Militar.

            Son 115 años ya, en que en esta institución se han formado los marinos del país, mexicanas y mexicanos de excelencia, que han dado, invariablemente, muestras de lealtad y de valor, que luchan y que ofrecen hasta la vida para responder a las altas responsabilidades que la Nación les confiere.

            Ejemplo de ello y de todos nosotros, es la Gesta Heroica del 21 de Abril de 1914, fecha en que oficiales y cadetes defendieron a Veracruz y a los mexicanos del arbitrario ataque de la Marina estadounidense. Ese es el patriotismo, la responsabilidad y el pundonor que han caracterizado a la Armada de México a lo largo de su existencia.

            Y hoy, que es la última ocasión que tengo el orgullo de encabezar esta Ceremonia de Graduación, en calidad de Comandante Supremo de la Fuerzas Armadas, quiero hacer una justa valoración del gran papel que ha desempeñado la Marina Armada de México en la construcción de un México seguro y mejor, en donde imperarán el orden y la paz.

            Durante los últimos años, las mexicanas y los mexicanos, hemos sido testigos de la generosidad con la que ustedes, nuestros marinos, brindan apoyo y protección al pueblo de México y, en particular, muy especialmente, al pueblo de Veracruz.

            Han realizado labores de auxilio y rescate en aquellos puntos de la geografía nacional que han sido afectados por desastres naturales.

            Ustedes han estado ahí, salvando vidas, reconstruyendo casas, atendiendo a los enfermos y heridos, velando por las familias, reagrupando a los padres con sus hijos, instalando albergues para socorrer a los damnificados, entregando artículos de primera necesidad.

            Y con el Plan Marina, han apoyado a comunidades, lo mismo en Oaxaca, que en Jalisco, en Colima, en Tabasco, en Guerrero, en Veracruz, en Chiapas y en muchas otras entidades que han sufrido en estos años los embates de la naturaleza.

            Y en estos años, también, ustedes han acudido al llamado de auxilio de los ciudadanos en la lucha que estamos dando por la seguridad y la paz con justicia en nuestro querido México.

            Ante una criminalidad que busca oprimir y explotar al pueblo de México, que quiere pisotear nuestras libertades y que avanzaba impunemente a pasos agigantados en la corrupción y control de las instituciones, teníamos que actuar con decisión y con determinación antes de que fuese demasiado tarde para México.

            Y teníamos que hacerlo con la valentía y con la decisión, con la que ustedes, marinos de México, lo han hecho; al enfrentar a la delincuencia e imponer el orden y la ley.

            Un Gobierno verdaderamente comprometido con su pueblo, no puede permanecer impasible ante el sufrimiento de la gente.

            La obligación constitucional, la obligación ética, la obligación política de todo gobernante, es cumplir y hacer cumplir la ley para defender a la población. Se trata de un imperativo categórico y absoluto.

Además, es claro que, de habernos quedado cruzados de brazos, quizá, en este momento, la criminalidad ya hubiera carcomido las instituciones del Estado mexicano, que se encontraban en amenaza de deterioro crónico.

De ese tamaño era el problema y el desafío que enfrentábamos. Y de ese tamaño, también, los riesgos y las consecuencias de la inacción. De ese tamaño fue, también, la respuesta, el valor, el esfuerzo, el sacrificio, que han realizado ustedes, los marinos de México.

En el caso particular de este gran Estado de Veracruz, ha sido la Marina Armada de México la guardia y férrea protectora de las familias veracruzanas. Ha estado ahí, enfrentando a los, que avanzaban impunemente sobre sus familias.

Ha realizado la captura de los criminales más poderosos y más violentos que haya conocido Veracruz en décadas, y pertenecientes a diversos grupos del crimen organizado, y que se habían enquistado en este estado durante años, a la sombra de la corrupción y la complicidad.

Pueden estar seguros de que, a pesar de la adversidad  que nos ha tocado vivir, las mexicanas y los mexicanos del mañana recordarán estos días como el momento en el que el país comenzó a romper las cadenas que lo querían atar a la criminalidad, a la inseguridad y a la violencia.

Y los mexicanos del mañana sabrán que esto fue posible, gracias al heroísmo y la entrega  de nuestra Marina Armada de México, que todavía, el mismo día de ayer, capturó a alguno de los delincuentes más peligrosos y más violentos que asolaban a Veracruz y a una buena parte de México.

Nunca tendremos cómo retribuir plenamente todo lo que los marinos hacen por México. Pero lo que sí puedo asegurarles es que durante el mandato que he tenido el honor de encabezar, me he esmerado en velar por las mujeres y los hombres de mar, y por el bienestar de sus familias.

            En lo que va de esta Administración se hemos otorgado miles y miles de becas para que las hijas e hijos de los marinos de México puedan seguir su preparación académica en el bachillerato o en la universidad pública o privada de su preferencia.

            Hemos proporcionado más de 10 mil créditos hipotecarios, para que los integrantes de la Armada puedan adquirir finalmente una casa propia, y hemos incrementado el valor real de los ingresos del personal de marinería en casi un 60 por ciento.

            Todo ello, en un justo reconocimiento a su ardua labor y a los grandes sacrificios que ustedes realizan.

            Hemos hecho un esfuerzo singular para mejorar el equipamiento de la Marina Armada con nuevas estaciones de búsqueda y rescate; con la adquisición de modernos helicópteros y aviones, de patrullas interceptoras, patrullas oceánicas, patrullas de mar territorial y buques de aprovisionamiento logístico, los más grandes que haya construido la Secretaría de Marina, y que son orgullo de la industria naval mexicana.
            En esta Administración, hemos proveído el apoyo logístico en helicópteros, en aviones, en patrullas, en barcos, más grande que haya recibido la Armada de México por parte de una Administración Federal.

            Hoy, nuestra Armada cuenta con mejores herramientas para servir con eficacia a nuestro país.

            Jóvenes Guardiamarinas:

            El día de hoy, se unirán a la tradición heroica de una noble institución. Éste es el día en que se convierten, finalmente, en graduados, en Guardiamarinas, y reciben el Sable de Mando, símbolo de liderazgo, la valentía y la lealtad con que los marinos han sabido actuar en defensa de los más caros intereses de la Patria.

            Usen ese sable para defenderla. Usen ese sable, siempre, para el bien. Recíbanlo en momentos en los que México requiere de sus mejores hijas e hijos, para hacer frente a retos de gran complejidad, retos en los que se ha puesto a prueba la fortaleza de las instituciones del Estado, y retos que, afortunadamente, el Estado ha venido enfrentando y superando con éxito en estos años.

            Busquen y busquen siempre, todos los días, el sentido de su existencia, el sentido de su vida, y llénenla, llénenla siempre de ese sentido. Busquen y encuentren el sentido de la vida, que es, a final de cuentas, la felicidad. Y sepan que la felicidad se encuentra en hacer el bien.

            Busquen, y encuentren siempre el bien de los demás. Amen y sirvan a la Patria y defiéndanla; y encuentren, ahí, el sentido de realización personal y el sentido de bien que todo hombre o mujer necesita para vivir con alegría, con paz y con dignidad.

            La labor que desempeñarán a partir de ahora en misiones y tareas que les serán asignadas, será de la mayor relevancia. No podía ser menos. Y su liderazgo será vital para auxiliar a nuestro México y a sus familias en tiempos de peligro. Su lealtad y su valor serán indispensables para hacer frente a quienes pretendan imponer sus intereses mezquinos por encima de los intereses legítimos del pueblo; y su patriotismo será la carta de navegación que los lleve a buen puerto ante la adversidad.

            A partir de ahora tendrán, más que nunca, el deber de honrar la confianza que se deposita en ustedes por parte de los mexicanos. Ahora, son ustedes custodios de la Nación. Nada menos. Y, por tanto, responsables de emular en cada acto de su vida y de su servicio en las Armas, las hazañas de quienes nos han precedido y de enaltecer su uniforme mediante una entrega completa.

            Háganlo sabiendo que el pueblo de México quiere a los marinos y que la Patria habrá de reconocer, a través de ese pueblo, su gran esfuerzo.

            Sirvan a la Patria. Honren así a sus padres. Sirvan a la Patria, y honren así el uniforme que gallardamente portan.

            Y recuerden siempre, siempre, que no tendrán otra cosa más valiosa que heredarle a sus hijos, que los valores que les puedan inculcar, su honor y su buen nombre, que sólo puede preservarse actuando con honradez, con dignidad y con patriotismo.

            Marinos de México:

            La vida me ha dado el privilegio de ser su Comandante Supremo por encargo del pueblo, y de estar al lado de ustedes y de trabajar hombro con hombro, por el bien de los mexicanos en tiempos de prueba, en tiempos de alegría y de tristeza, en tiempos de desafío.

            Y en todos esos momentos, yo les agradezco su fortaleza y su disciplina. Ha sido y es un orgullo comandar a una Armada profesional y eficaz, siempre leal a México y a los mexicanos.

            Y, nuevamente, agradezco al Almirante Mariano Francisco Saynez Mendoza y a todo el personal a su mando, por su lealtad a México y al Gobierno de la República.

            Efectivamente, el más grande honor que pueda tener un mexicano es servir a la Patria. Y ese honor, que es, a la vez, deber, es doble cuando se sirve a la Patria en tiempos de dificultades.

            Es un honor comandar un navío en aguas tranquilas, pero es doble honor comandarlo, precisamente, en tiempos de dificultad y de tormenta.

            Y por ese honor, yo les instruyo que sigan a lo largo de su vida sirviendo a México sin titubeos. Sirviéndolo en todo momento, soñando en todo momento con el  México que viene, que habrá de ser un México justo, próspero, seguro, libre, limpio y democrático.  
            Un México que sólo ha sido posible construirlo por generaciones enteras, con lealtad, con valor y patriotismo.

Y cuando la Nación los llame a su servicio, siempre den un paso al frente. Siempre sean ustedes, marinos, los que defiendan a esta Patria, que los llama al deber hasta el límite de sus fuerzas.

            Que haya, para todos, buen viento y buena mar en su carrera naval, que ahora inician como Guardiamarinas de México

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