sábado, 1 de junio de 2013

La Marina festeja su día entre acusaciones de violaciones a derechos humanos y desapariciones forzadas


Por: Sandra Rodríguez Nieto - junio 1 de 2013 - 0:05 Destacadas, México, TIEMPO REAL, Último minuto - 5 comentarios     Madres de desaparecidos realizaron la Segunda Marcha de la Dignidad Nacional para demandar la búsqueda de sus familiares. 
 SinEmbargo Ciudad de México, 1 de junio (SinEmbargo).- Isabel García cuenta que, cada vez que su nieta ve pasar a elementos de la Secretaría de la Marina (Semar) por las calles, sale de la casa a gritarles que le regresen a su padre.
 La niña es hija de Martín Rico García, tenía 40 años al momento de su desaparición. Fue detenido sin orden judicial la mañana del 5 de junio de 2011.
 Elementos de la Marina ingresaron de manera ilegal en su domicilio de la colonia Mirador, en Nuevo Laredo, y no lo han vuelto a ver.
 Esa semana, los Marinos realizaron decenas de cateos sin órdenes de aprehensión. Detuvieron a Martín Rico y a otros cinco hombres cuyas familias ignoran su paradero. 
Pocos casos muestran tantas evidencias de la participación de la Marina mexicana en crímenes de desaparición forzada como éstos: decenas de elementos uniformados, con chalecos antibalas, armas largas y en camionetas oficiales rodearon las viviendas, ingresaron sin orden judicial y se llevaron a los hoy desaparecidos.
 A Martín, cuenta su madre, los marinos –todos portando los uniformes oficiales- lo encontraron en su habitación, le permitieron vestirse y le dijeron que tenía que acompañarlos. 
Él sólo les pidió que no tocaran ni a su esposa ni a sus tres hijos. Como Martín vivía de su trabajo como soldador, ella tenía confianza en que la Marina estaba en Tamaulipas para combatir a la delincuencia organizada, dice García, no pensó en seguir la camioneta en la que se lo llevaron ni imaginó que no volvería a verlo.
 “Yo lloro sola. Es lo peor que le puede pasar a uno, porque cuando un hijo se muere o lo matan sabe dónde llorar, donde tirar las lágrimas; pero vi que salieron con él, prometieron regresar y ya van a ser dos años sin razón de lo que le pasó”, dice Rico en entrevista. 
“Ahorita su hija, que tenía 10 meses cuando se lo llevaron, ya pregunta por qué todos tienen papá y ella no. Yo le digo que sí tiene, pero que fue a un mandado y que no ha venido, pero dice que no, que su hermano le dijo que la Marina se lo había llevado; entonces, cuando ve las camionetas sale y les grita: tráiganme a mi papá”, agrega. 
La desaparición forzada de Rico y de las otras cinco víctimas –José Díaz Camarillo, Uziel Gómez Rivera, José Fortino Martínez, Diego Omar Guillén Martínez y Héctor Alejandro Rodríguez Vázquez- motivó la recomendación 39/2012 de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
 De acuerdo con el documento, la Marina sólo reconoce haber “tenido contacto” con los hoy desaparecidos y haberlos llevado “el 6 de junio de 2011, por cuestiones de seguridad, a la central camionera del poblado Miguel Alemán, en Tamaulipas, para que se transportaran a Nuevo Laredo”.
FESTEJO CON SABOR A AUSENCIAS Desde agosto pasado, cuando fue emitida la recomendación, sigue sin más datos por parte de la Secretaría de la Marina, la cual conmemora hoy su día convertida, junto con el Ejército, en una institución sospechosa de crímenes que nunca antes se le habían atribuido.
 “La Secretaría de la Marina se convirtió en una de las principales violadoras de derechos humanos y sufrió un desgaste muy importante en relación a su imagen”, comenta Octavio Amezcua, integrante de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos.
 “Está perfectamente documentado cómo la Secretaría de Marina y la de Defensa Nacional fueron las dos dependencias que tuvieron aumentos más dramáticos en el número de quejas ante la CNDH, cuando antes, cuando no hacían tareas de seguridad pública, la Marina no recibía ninguna”, agrega.
 De acuerdo con un informe de 2012 hecho por la organización Amnistía Internacional, la Defensa y la Marina acumularon entre ambas más de seis mil 800 quejas por violaciones graves a los derechos humanos en el sexenio pasado, el primero en el que ingresaron en forma masiva –unos 50 mil efectivos entre ambas a realizar tareas de seguridad pública.
 Del total de las quejas, agrega el informe “Culpables conocidos, víctimas ignorados”, sólo se han dictado 27 sentencias, lo cual “pone totalmente en evidencia a un sistema de justicia que, sistemáticamente, no investiga, no establece los hechos y no garantiza un recurso efectivo a las víctimas y sus familias”.
 Human Rights Watch, por su parte, afirmó este año que miembros de todas las fuerzas de seguridad mexicanas habían intervenido en desapariciones forzadas, pero que había casos, como los perpetrados por la Marina en Nuevo Laredo, que mostraban patrones de haber sido planificados.
 “El modus operandi con que se llevaron a cabo los delitos, la magnitud de los operativos y las versiones contradictorias ofrecidas por la Marina sugieren que podrían haber sido planificados y coordinados”, dice el informe “México: crisis de desapariciones forzadas”.
 Pese a que “defender los derechos humanos como política de estado” es uno de los compromisos firmados por el nuevo Gobierno Federal en el Pacto por México, la falta de avances en ese sentido ha sido severamente cuestionada.
 “Es cierto que el gobierno de Enrique Peña Nieto ha reconocido algunos de estos problemas, pero las palabras no bastan para solucionarlos”, dijo Daniel Zapico, director de Amnistía Internacional, el pasado 23 de mayo, al presentar el informe sobre la situación de los derechos humanos en México.
 “Seguimos asistiendo a la existencia de secuestros, torturas y uso excesivo de la fuerza e incluso ejecuciones extrajudiciales. Y en todos estos casos se acumulan las denuncias sin que haya, ni en el gobierno anterior ni en el actual, investigaciones efectivas que permitan poner fin a la impunidad”, agregó.
 En ese ocasión, Zapico también cuestionó que el Gobierno Federal no haya hecho algo por determinar la identidad de más de 15 mil 921 cuerpos que han sido exhumados de las fosas clandestinas encontradas en el país, sobre todo en la región de Tamaulipas. 
“Esto representa a 15 mil 921 familias a quienes se les podría dar una respuesta a sus interrogantes y a su agonía de buscar y no encontrar a sus amados”, dijo en el evento.
 En Nuevo Laredo, Raymundo Ramos, director del Centro de Derechos Humanos de esa localidad, narra que desde diciembre a la fecha ha habido una disminución en la frecuencia de las quejas registradas contra la Marina.
 Pero la impunidad en los casos registrados, sobre todo ante la evidente participación de Marinos en la desaparición forzada de los seis residentes de Nuevo Laredo, continúa sin cambio. 
“Ya no hay quejas tan constantes, pero no significa que haya actos de justicia, porque mientras no resuelvan esos casos y los que están pendientes, la justicia también seguirá pendiente”, dice en entrevista vía telefónica.
 Desde su casa de la colonia Mirador, también en Nuevo Laredo, Isabel García, de 66 años, dice que el dolor de no saber dónde está su hijo es tanto que ella ya no espera ni busca siquiera que alguien le haga justicia.
 “Yo lo único que pido por favor es que sean humanitarios; les hago este llamado con respeto, de que tengan un poco de consideración de las muchas madres que estamos sufriendo, que por favor se dignen a decirnos la verdad: si los mataron, que nos den sus restos, y si los tienen, que nos digan dónde están”, dice. 
Ramos menciona que, en los dos años que han pasado, Isabel García y las madres de los otros cinco desaparecidos han realizado unas 40 manifestaciones en aquella localidad en búsqueda de que alguien les indique el paradero de sus seres queridos.
 Enferma de hipertensión, con el ánimo destrozado, cansada de rogar por ayuda y “hastiada de tanto menosprecio”, Isabel dice seguido cuestionarse por qué su hijo, si cometió un delito, no tuvo el derecho de ser procesado, como en cambio sí han tenido otros acusados incluso de homicidios.
 “Ahora, como les digo, si queriendo que mi hijo se culpara de algo o que les dijera algo se les pasó la mano y lo mataron, ¿por qué no nos lo entregaron? ¿Qué les iba yo a hacer? Nada, únicamente recibir sus restos, pero no se dignaron ni a eso”, dice.

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